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domingo, 11 de diciembre de 2011

Un perro contra el Alzheimer

«Es impactante ver que el can logra reacciones que ni las propias familias consiguen». El gerontológico Uzturre incluye la terapia de animales para los residentes con esta enfermedad
No es un milagro, sino el resultado de algo que fluye con naturalidad en una terapia que ante su efectividad, ha comenzado a extenderse con fuerza en la mayoría de los programas de centros de salud y complejos asistenciales. A primera vista, la presencia de mascotas parece incompatible con la atmósfera y asepsia hospitalaria, pero los resultados demuestran lo contrario. Desde que 'Goku' llegó al complejo residencial Uzturre, ha demostrado ser la mejor medicina para los residentes.
«La única tristeza es cuando el perro tiene que marcharse», cuenta Eba Bengoetxea, de Dogtor Animal Euskadi y responsable de realizar las intervenciones con Goku en el centro tolosarra. Aunque se trate de un tipo de terapia no convencional, el centro apostó por esta vía y decidió incluir esta actividad en el programa de actividades de los residentes, concretamente, entre los que sufren un alzheimer muy avanzado. «Comenzamos a finales de octubre y ya llevamos dos meses. Eba se puso en contacto con nosotros y tras estudiar las necesidades de nuestros residentes y los métodos de trabajo adecuados, decidimos dar el paso. Era una nueva experiencia para nosotros pero los resultados demuestran que ha valido la pena arriesgar», dice la terapeuta ocupacional del centro Elena Marzo. Una vez que se marcaron los objetivos a lograr, ambas partes se pusieron manos a la obra.
«Existen muchos malos entendidos respecto a la terapia de animales. No se trata de llegar con el perro y soltarlo en el centro. Detrás de todo, hay mucho trabajo y horas de estudio. Semanas antes de comenzar con la primera sesión, por ejemplo, me reuní con el equipo de trabajo y entre otras cosas más, visité el centro con el perro varias veces para que se acostumbrara a su nuevo lugar de trabajo, a las personas y el ambiente en general», añade Eba, que después de trabajar varios años en Madrid ha vuelto a su Tolosa natal para extender este tipo de programas.
La presencia de 'Goku' no sólo alegra y divierte a los residentes, también el personal del centro espera con expectación su llegada. Los enfermeros afirman que su nombre es ya conocido en el resto de plantas y todos preguntan cuándo llegará.
Catalizadores sociales
Las terapias se pueden realizar con todo tipo de animales, pero en palabras de la profesional, los perros son los más apropiados por su carácter y expresividad. «El tipo de animal varía según el objetivo que queramos lograr, pero es verdad que el perro es el más apropiado, es el que mejor está integrado».
La terapia ayuda a mejorar la calidad de vida de los usuarios y entre otras cosas, las personas que no responden a la respuesta de sus familias y no están integradas con el resto de enfermos abandonan su estado de aislamiento participando y colaborando con los demás residentes. «Realizamos juegos para trabajar el lenguaje, la orientación, la memoria, la escritura o la psicomotricidad. Es impactante ver que a veces, el animal logra reacciones que ni las propias familias consiguen», cuenta Eba. Sin embargo, la labor no comienza ahí. Admite que los perros de terapia son animales escogidos por sus aptitudes ya que son entrenados dentro de un programa educativo como herramienta del terapeuta que imparte las actividades. «Digamos que el proceso comienza desde el nacimiento. Su participación tiene que ser beneficiosa y es importante educarlos desde pequeños y que vivan con nosotros. Formamos una unidad en la que además de cumplir nuestras indicaciones, aprenden a vivir, comportarse en sociedad».
Según indica la profesional, este tipo de terapias funcionan con todo tipo de colectivos, sin embargo, la sociedad tiende a asociarlos con personas con discapacidad psíquica y física o con dificultades de tipo social o educativo. «No somos conscientes de los beneficios que aporta trabajar con los animales. En las intervenciones todo fluye con tanta naturalidad que muchas veces nos sorprendemos de nosotros mismos de las reacciones que podemos tener en determinados momentos. No deja de ser una manera diferente, interesante y divertida de conocerse uno mismo», añade Eba. ELENE ARANDIA - Tolosa