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lunes, 14 de septiembre de 2020

Etología Canina, El Aprendizaje del Perro

                                                                                                     foto: Erik Farina 2014
 

El aprendizaje es un mecanismo gracias al cual un ser vivo adquiere una nueva secuencia de comportamiento (cuyos efectos le resultan favorables) o, por el contrario, renuncia a una reacción (porque le es sistemáticamente desfavorable). Clásicamente, la noción de aprendizaje puede ser más sutil y no depender completamente de la presencia de esas dos intervenciones externas.


De la misma manera que existen varias escuelas de psicofisiología, también existen varios tipos de aprendizaje. El término condicionamiento se ha utilizado a propósito de las dos formas más simples de aprendizaje, pero cada vez se emplea menos por la connotación peyorativa que tiene. Para una mayor claridad de exposición, trataremos cada una de esas dos formas de aprendizaje y sus aplicaciones en el perro.


El Condicionamiento Pavloviano


Históricamente, la noción de aprendizaje o de condicionamiento va asociada al nombre de Pavlov, por lo que se suele hablar de acondicionamiento Pavloviano. El perro está directamente implicado en esta primera fase de la exploración del aprendizaje puesto que Pavlov realizó con perros sus célebres experimentos.


A pesar de que su principio es extremadamente sencillo y conocido por todos vamos a recordarlo brevemente. Cuando se le presenta un plato de comida, el perro saliva. Al principio, Pavlov le hacía oír al perro el sonido de una campana antes de darle la comida. Una vez que hubo repetido sistemáticamente esta asociación, sometió el perro al ruido de la campana pero suprimió la comida, a pesar de lo cual, el perro volvió a salivar. Pavlov dedujo que el plato de comida constituía el estímulo obligatorio y la campana el estímulo condicionante.


A partir de ese resultado, Pavlov elaboró una teoría del aprendizaje que explicaba por este tipo de condicionamiento todos los comportamientos observables en el hombre y en los animales. El gobierno soviético hizo suya esta teoría que dejaba al entorno (generador de estímulos condicionados) la facultad de moldear por completo la personalidad humana, y decidió utilizar el condicionamiento Pavloviano en la educación y reeducación de la población y en la formación de los perros militares.


El Aprendizaje Skinneriano O Condicionamiento Operante


No hay que ser especialista en el estudio del comportamiento para entender las objeciones que planteaba tal teoría (con independencia de cualquier discurso político o ideológico). El psicólogo estadounidense Skinner trabajó en otra dirección. En lugar de reforzar una respuesta orgánica tan simple como la salivación refleja, intentó moldear en los animales de laboratorio (el bestiario Skinneriano se limitaba a la rata y a la paloma) comportamientos motores voluntarios.


Skinner puso ratas en ayunas en jaulas, desprovistas de cualquier características estimulante, en las que la comida sólo se podía conseguir por medio de una pequeña palanca situada al alcance de los animales. Cuando las ratas exploraron la jaula, no dejaron de tocar la palanca liberando así la comida que podían llevarse a la boca. 


A partir de entonces, los roedores se pusieron a buscar de nuevo la comida y para ello exploraron alrededor de la palanca; poco a poco, comprendieron que tenían que levantar la palanca para que apareciera la comida; y a partir de entonces supieron que el gesto de “levantar la palanca” era operante (es decir, eficaz). Ésta es la razón de que el aprendizaje Skinneriano se llame también aprendizaje operante.


Estos experimentos permitieron definir las reglas que rigen el castigo y la recompensa. Siguiendo el mismo método de Pavlov, Skinner intentó reducir el conjunto de las ciencias del comportamiento al estudio de las ciencias del comportamiento al estudio del condicionamiento operante y creó la Escuela Behaviorista (que significa del comportamiento) cuya importancia social y política fue enorme en Europa occidental y en los Estados Unidos. Las técnicas de reeducación del hombre y de los animales basadas en dicha teoría se denominan terapias comportamentales.


Así, el cazador que refuerza con la voz el ardor de su perro cuando éste empieza a seguir una vía y lo recompensa cada vez más a medida que su comportamiento se acerca a lo que se pretende de él, y que se calla cuando el perro comete un error, está poniendo en práctica, aunque no lo sepa, el shaping (modelaje), una aplicación directa de los trabajos de la escuela Skinneriana.


 El Aprendizaje Por Imitación


Sin embargo, la etología (ciencia del comportamiento animal) ha demostrado que los comportamientos observados en situaciones naturales (y no en un medio cuidadosamente simplificado como el de las jaulas de Skinner) no podían explicarse únicamente por el aprendizaje Skinneriano.


Razonando en términos de duración, se llega a la conclusión de que la esperanza de vida de un perro debería prolongarse de quince a veinte años para que el animal que procediera por ensayos y errores (caso la rata y la palanca) pudiera aprender todo lo que necesita.


Lo cual también debería ser evidente para los hombres que trabajan con perros puesto que utilizan el aprendizaje por imitación desde hace mucho tiempo. En efecto, ¿qué cazador no se ha llevado un día un cachorro para que aprenda directamente de sus congéneres más experimentados lo que tienen que hacer en el trabajo de busca?


El aprendizaje por imitación exige la presencia de un “monitor” que efectúe los gestos que deben aprenderse delante del alumno que lo observa. Al cabo de un período de tiempo más o menos largo según los ejemplares, el alumno reproducirá directamente la secuencia de comportamiento.


Este método implica la existencia de procesos mentales suficientes para que el animal pueda representarse las etapas motrices del comportamiento por adquirir; por consiguiente, sólo puede aplicarse a especies que tengan un potencial psíquico importante y hayan tenido un desarrollo psicomotor correcto. Según parece, el perro aprende de este modo gran parte de sus comportamientos de adulto así como otras muchas cosas de las que su dueño quizá tenga que arrepentirse algún día.


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Por: Erik Farina (Etólogo Canino)


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viernes, 11 de septiembre de 2020

Etología - Psicología Canina Psicolmascot

 

                                                                                               Erik Farina año 2015


Todo el mundo sabe que el perro es el mejor amigo de los humanos. Mas esto no es suficiente, hay que conocer al perro, hay que educarlo, hay que cuidarlo y adiestrarlo. Y todo esto sólo puede hacerse con cariño y amor utilizando la psicología canina. Hay que atenderle en sus necesidades, hay que alimentarle de acuerdo con su conformación digestiva particular, y tenemos que conocer sus manías y sus afanes. Hemos de aprender a querer y cuidar a los perros, porque son nuestros mejores amigos, y como tal hay que tratarlos y amarlos, e incluso respetarlos.


La Psicología del Perro: Instinto y Carácter


No son pocas las personas que dicen que los perros se guían únicamente por el instinto. Otras personas en cambio, creen que el perro posee una inteligencia fuera de lo común. Una inteligencia casi humana.


Desde el punto de vista objetivo, ambas opiniones son erróneas. Los perros, que son los únicos animales domésticos que están psicológicamente integrados en la humanidad, poseen en realidad una mezcla de instinto y adaptabilidad.


Estos elementos componen lo que podríamos denominar el “espíritu del perro”. De ahí que éste, en lugar de confundirse entre sí, se integra y se funde para hacer posible la convivencia con la especie humana. Ello hace pensar al humano que los perros son, sobretodo, seres muy inteligentes.


La psicología comparada se ocupa del estudio de las leyes que regulan el comportamiento de las diversas especies y el análisis de las diferencias y afinidades entre el comportamiento de los animales en general. Es conveniente, pues, comenzar a tratar el aspecto del instinto con algunas consideraciones.


En efecto, se trata de un comportamiento o de una serie de comportamientos transmitidos de padres a hijos, es decir, que estos comportamientos son de origen hereditario.


Los seres vivos, además de asemejarse a sus padres en el aspecto genético y físico (en el caso del perro, raza, color, pelo, talla, etc..), también lo hacen en las predisposiciones a determinados comportamientos.


Estos comportamientos heredados pueden ser muy determinados y abarcar la manera de actuar en general de cualquier animal.


En los animales de corta existencia, como es obvio, no se presenta la oportunidad de aprender todo lo necesario para una óptima independencia. Heredando formas físicas de acción, esto es, de los comportamientos ya perfectamente adecuados a garantizar la supervivencia, la alimentación y la reproducción de la propia especie, estos animales están preparados por instinto a morir jóvenes.


Por otra parte, el mismo instinto sirve además para reducir la necesidad y los peligros del aprendizaje, pues de éste deriva el hecho de que todos los animales se conducen de igual manera que sus respectivos antecesores.


Por ello, hemos de deducir que el instinto es un mecanismo de adaptación a la especie, o sea que hace idóneo al individuo a la vida, en un ambiente determinado.


Como ocurre generalmente, el ambiente no suele ser el mismo, sino que puede sufrir, grandes variaciones. Frente a tales cambios, el comportamiento determinante y fijo de los mecanismos instintivos podría resultar inadecuado.


                                                                                                   Erik Farina año 1994


Por tal motivo, resultan indispensables los procesos de aprendizaje, es decir, la capacidad de modificar el comportamiento propio de manera relativamente estable en el tiempo que sigue a una experiencia dada.


El humano, por ejemplo, es extraordinariamente adaptable a diversos ambientes. Y esto es debido a que se halla poco ligado al instinto. En cambio, está dotado de una gran capacidad de adaptación activa, lo que le otorga una gran facilidad para el aprendizaje.


En definitiva, es sumamente difícil separar lo instintivo de lo aprendido. Todos los comportamientos estables responden a exigencias de adaptación y supervivencia, máxime si se tiene en cuenta que tales comportamientos se observan en la inmensa mayoría de las especies terrestres a través del tiempo.


El altruismo presente en algunos animales se debe a la necesidad de defenderse de si mismos y de la propia especie, respecto a los descendientes directos que en el fondo representan la prolongación en el tiempo de la existencia del individuo solo.


En la naturaleza el cachorro del lobo viene al mundo en una fosa circular que la madre ha excavado, a fin de impedir que la camada se disperse. Además, los cachorros recién nacidos nacen con los ojos y los oídos cerrados, no oyen ni ven, pero si tienen el olfato que poseen un sistema de orientación que les permite moverse hacia el calor del cuerpo de la madre.


En el caso de dar a luz una perra en una casa de un humano, la perra construirá una especie de valla protectora con objetos diversos para sus crías, que no podrán salir de allí. En cambio, si sabrán llegar hasta el cuerpo piloso y caliente de la madre gracias a su olfato.


Ya cerca de la madre, colocarán el hocico sobre el vientre de la madre con movimientos de arriba abajo, hasta llegar a los pezones, que centrado en la boca de los cachorros, evocará en ellos la conducta de la succión, al tiempo que bombean los senos con las patitas anteriores para que salga la leche.


Estos primeros actos del cachorro son instintivos. Los cachorros incapaces de realizarlos quedan abandonados y mueren en los primeros días.


Además, los movimientos de busca del pezón y el masaje de senos, no se agotan con el tiempo de la lactancia. Una vez terminada esta función nutritiva, estos movimientos permanecerán en el patrimonio de la conducta del perro como actos demostrativos de afecto y dependencia filial.


De ahí que los perros, en ciertos momentos especiales, golpeen su hocico de arriba abajo. Suelen hacerlo particularmente cuando tienen hambre, cuando desean ser acunados con caricias o cuando se sienten protegidos y bien cuidados.


A pesar de que la mano humana es muy distinta a los senos de la madre, en el fondo, el movimiento del perro es la dependencia que muestra hacia el humano, la misma dependencia que mostró a su madre en los primeros días de existencia, y primeros meses.


Un acto instintivo del perro es acercar el hocico hacia la mano de su dueño para que éste le acaricie, si bien esta acción siempre la lleva de arriba abajo, lo que ratifica la tesis de que en realidad el perro está actuando por instinto.


Por tanto, vemos cómo una conducta instintiva del cachorro se manifiesta en el perro adulto en un contexto completamente diferente, adquiriendo un calor de comunicación.


Por: Erik Farina (Etólogo Canino)


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jueves, 10 de septiembre de 2020

Etología Canina - Trastorno en el Podenco


 
Foto: Erik Farina con Leo un Podenco Andaluz en la Protectora 

Este es Leo un Podenco Andaluz en una protectora que presenta un trastorno de miedo generalizado y excesivo hacia las personas y las nuevas situaciones y alguna fobia. Esto esta asociado al cromosoma 7 canino. 


Se debe posiblemente por la privación sensorial durante su etapa de cachorro, en el que viven aislados y privados de estímulos y luego no saben adaptarse al nuevo entorno. Es un defecto en el desarrollo de conexiones interneuronales debido a la falta de estimulación. Durante los periodos de máxima expansión sináptica del cerebro. La falta de estímulos durante el desarrollo lleva a una malformación de zonas nerviosas especializadas para la gestión de informaciones sensoriales. 


La incapacidad del cachorro de regular su actividad sensorial no le permite desarrollar estrategias de adaptación al nuevo entorno desencadenándose así el riesgo de alteraciones emocionales. Leo tiene una falta de estimulación de contacto, de apego por el encierro que tuvo con una mala nutrición y un estrés muy alto y una parte genética, todo esto se le agravó. Este tratamiento de rehabilitación de desensibilización, es muy difícil y de larga duración y mucha calma y tranquilidad, yo diría de ir a camara lenta en su proceso. 


Para algunos profesionales en algunos casos es inviable, ya que al perro le faltan estructuras a nivel cerebral que no se han formado por la falta de estimulación sensorial, pero para mi siempre tiene solución al ser mi especialidad. He tratado y rehabilitando muchos Podencos durante años, se da mucho estos casos en esta raza, porque son perros de cacería, son criados y mantenidos en zulos, jaulas, agujeros, o con un numero excesivo a la instalación, son alimentados con pan duro y sacados al campo solo cuando toca. 


Yo estoy rehabilitando a Leo en una protectora sin ánimo de lucro como lo he realizado en otras protectoras, con un gran éxito y buenos resultados, he visto la transformación de estos perros en una gran felicidad y alegría disfrutando la nueva vida.


Por: Erik Farina (Etólogo Canino)


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El Perro con el Bebé, el niño y el adolescente


 

El Perro con el Bebé, el niño y el adolescente


En la actualidad ya no hay por qué insistir en las razones que pueden justificar la presencia junto a los niños de un animal, en particular el perro. En todo caso, frente a las ventajas que ello representa siempre se podrá alegar el peligro de accidente con sus dramáticas secuelas. Y como la reputación del perro puede quedar entre dicho, resulta imposible tratar las relaciones entre el niño y el perro sin abordar el problema de los accidentes.


Todo Empieza Por La Comunicación


En realidad, entre el niño y el perro todo se reduce a una cuestión de comunicación, pues es en la comunicación lo que permite establecer la relación entre el niño y el perro, y una parte esencial de esa relación está constituida por lazos afectivos. Por otra parte, está claro que el desarrollo del lenguaje en el niño condiciona la existencia de diferentes períodos en esa relación.


La Primera Infancia


Cuando el Bebé llega al hogar, el perro no lo considera como un miembro del grupo. El perro experimenta la presencia del niño fundamentalmente en función del hecho de que las actividades de la familia se centran ahora en el recién llegado. A los padres corresponde integrar rápidamente el Bebé o preparar su integración en el grupo, haciendo participar al perro en los cuidados que se prodigan al Bebé.


La relación Perro-Bebé aparecerá progresivamente en su profundidad efectiva cuando el niño empiece a explorar su entorno y a comunicar sus emociones. Durante dicho período se producen los primeros contactos físicos y entonces es cuando los padres deben velar por que no se produzcan accidentes, siempre graves, sobre todo cuando el Bebé anda a cuatro patas. En efecto, las relaciones que el perro pueda entablar con el Bebé, cuyo comportamiento le sorprende, no tiene nada que ver con las que mantiene con sus dueños adultos. Mientras el Bebé no aprenda a comunicar con el perro y a decodificar sus mensajes, su incapacidad para inhibir sus movimientos pondrá al perro en una situación de miedo y , por lo tanto, en peligro de provocar una reacción incontrolada del tipo “Reacción Crítica”.


Aquí es cuando interviene la buena socialización y la “Participación” precoz del perro en las actividades del grupo relacionadas con el Bebé para prevenir cualquier peligro. Pues para un perro bien equilibrado, el Bebé y después el niño pequeño, son inhibidores de la agresividad, como antes lo fueron los cachorros. Así, que hay perros difíciles con los adultos que soportan sin inmutarse las trastadas de un niño; éste es el resultado normal de una socialización bien llevada y de un contacto bien establecido.



El nuevo Bebé tiene ciertamente gestos torpes y sus manifestaciones vocales suelen ser ruidosas y desconcertantes, pero si el perro se ha familiarizado con él y se han establecido rituales que permiten una comunicación eficaz, pronto se creará una relación afectiva muy intensa. Las mímicas y las posturas del Bebé y después del niño pequeño serán decodificadas por el perro igual que lo serán las series de ruidos tan expresivos que acompañan a ciertas emociones.


Esta comunicación desprovista de toda ambigüedad será más eficaz que la existente entre el perro y los adultos, en la medida en que a éstos les resulta muy difícil expresar sus reacciones afectivas a través de canales no verbales, ya que la educación que han recibido privilegia el verbal al que, precisamente, el perro no tiene acceso.


Evitar Los Accidentes


Está claro que muchas mordeduras se producen cuando el niño tiene entre ocho meses y dos años; en esta edad , el accidente sólo se puede evitar con una actuación preventiva. Los accidentes se producen a menudo cuando el niño, aunque se le tenga apartado, localiza el perro y lo sigue dando pequeños gritos de excitación y de alegría por todos los rincones donde aquel se esconde. La mordedura será tanto más importante cuanto más acosado y miedoso se sienta el perro.


A este período bastante delicado le sigue otro más tranquilo para todos los familiares (tanto los que han querido integrar al Bebé en el universo del perro como los que no lo han hecho) una vez que el niño, y el perro han anudado un lazo gracias al cual el primero está en situación de poder debido a la permisividad con que lo trata el perro. Entonces es cuando los padres deben limitar los excesos a que podría dar lugar la pasividad del perro.


Cuando el Niño se Hace Adolescente


Las dificultades aparecerán de nuevo durante la pubertad cuando el niño abandone su condición de tal y adquiera una autonomía total.


El perro se da cuenta del paso a la adolescencia gracias a las sustancias volátiles (las feromonas sexuales) que el joven emite. Al mismo tiempo, el adolescente intenta convertirse en un individuo socialmente activo para desprenderse de su estatuto de inactivo y sus primeros actos de autoridad serán a costa del perro. 


Lo que esto generará conflictos. Pues ya no será posible que no se plantee ningún problema de prerrogativas como cuando el niño era para el perro un ser jerárquicamente aparte. El perro gruñirá y enseñará los dientes como muestra de malestar, y el joven quizá sufra por ello.


Para más información, o una consulta de un problema o ayudarle en el proceso de la introducción de un Bebé en un hogar con un perro, o un perro en un hogar con niños, puede escribirnos al correo; psicolmascot@gmail.com


Por: Erik Farina (Etólogo Canino)


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miércoles, 9 de septiembre de 2020

TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO EN PERROS (TOC)

 



El Trastorno Obsesivo Compulsivo en los perros -TOC


Las investigaciones han determinado que el TOC afecta a 1 de cada 50 perros. No hay una causa definitiva para el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) en los perros, pero algunos sugieren un posible componente genético, especialmente en las razas muy nerviosas. Sin embargo, es en la primera etapa de su vida con estrés que han sido acusados, el abuso, el destete prematuro, la falta del imprinting, restricción física excesiva, aislamiento prolongado y ambientes caóticos y los desencadenantes primarios, son considerados para la enfermedad en los perros.


Cuando el perro se destacó a través de la ansiedad por separación, por ejemplo, el TOC, puede emerger como comportamientos. En los perros, la condición se manifiesta persiguiendo la cola, persiguiendo sombras, girando sobre si mismo, un consumo excesivo de agua, estar lamiéndose excesivamente, un ladrido persistente, perseguir moscas, y una costumbre de comer compulsivamente cuando devoran sustancias no nutritivas como las gomas, plástico, ropa, e incluso las heces.


Muchas veces el perro tendrá una afinidad particular por un juguete o una manta que parece calmarlos. El TOC no representa un alto riesgo para la salud general de los perros, sin embargo la persecución de la cola o el aseo obsesivo puede resultar en algún daño físico y alopecia psicógena.


El tratamiento de las conductas compulsivas para los perros.


¿Los perros pueden padecer TOC? 

En realidad no, pero sí conseguir comportamientos compulsivos. 

¿Cuál es la diferencia? 

Los comportamientos obsesivos compulsivos incluyen pensamientos obsesivos, que no se aplican a los perros ya que no podemos saber lo que están pensando. En cambio, en los perros, estos trastornos se denominan trastornos compulsivos. Aquí están algunas otras ideas importantes sobre este comportamiento curioso del perro que son llamamos trastornos compulsivos.


¿Qué son los trastornos compulsivos?


Los trastornos compulsivos (trastorno obsesivo compulsivo, TOC) se producen en los perros, aunque no con mucha frecuencia. Estos comportamientos son exageraciones de los comportamientos de los perros normales. Se exhiben por más períodos de tiempo esperado, se repiten fuera de contexto, y en situaciones en las que se considera anormal.


Los cambios comunes de los perros que pueden ser clasificados como compulsivos incluyen girarse, persiguiendo la cola y morder la cola, ladrar continuamente, morderse, quedarse mirando al vacío, chupar un juguete, o chuparse una parte del cuerpo.





¿Qué causa los trastornos compulsivos en los perros?


Los trastornos compulsivos son causados por conflictos, estrés y / o frustración. Con cada evento estresante que su perro se encuentra, se produce una liberación de neurotransmisores implicados en la respuesta al estrés. Cuando un perro se siente frustrado o estresado, puede comenzar a realizar un comportamiento normal, como la celebración con un juguete en la boca con el fin de aliviar el estrés.


Si sostiene el juguete en su boca en realidad reduce los neurotransmisores involucrados con el evento estresante, el perro es probable que realice ese comportamiento nuevo cuando se está estresando. Para algunos perros, este comportamiento se vuelve ritualizado y repetitivo por la recompensa intensa que se asocia de la reducción en la sensación fisiológica del estrés o frustración.


Con el tiempo, los comportamientos compulsivos progresan y empeoran. Los perros suelen comenzar a ejecutar la conducta compulsiva con cualquier evento estresante, no sólo la situación original incitante. El comportamiento puede hacerse cargo en la vida del perro en su sustitución normal del sueño y los hábitos de alimentación. Puede causar daño al perro como el impulso para realizar el comportamiento particular que se hace más y más fuerte. Los perros que persiguen sus colas a menudo, terminan mutilando la cola que requiere la amputación, mientras que los perros que se chupan a sí mismos con frecuencia se causan infecciones en la piel.


A veces, lo que parece ser un comportamiento compulsivo, es en realidad un comportamiento de búsqueda de atención. Incluso los comportamientos que se inician como conductas relacionadas con la frustración puede ser recompensado por inadvertencia cuando los propietarios prestan atención al perro cuando realiza la conducta. Por ejemplo, si un propietario le grita ¡No!, que sigue siendo considerado por el perro como la atención y puede perpetuar la conducta.


Si usted piensa que su perro presenta un comportamiento por su atención, pruebe las siguientes pruebas. En primer lugar, grabar en vídeo a su perro cuando usted no está en casa para ver si lo hace y cuando el comportamiento ocurre en su ausencia. A continuación, tratar de salir de la habitación la próxima vez que tu perro realiza el comportamiento. Si no realiza el comportamiento en su ausencia, su atención o presencia es más probable que sea una parte del problema.


Algunas razas de perros están predispuestas hereditariamente a ciertos comportamientos compulsivos. Por ejemplo, los Bullterriers y los Pastores Alemanes, que se observan con frecuencia para perseguirse la cola. El Labrador Retriever exponen comportamientos obsesivos orales como comer, por el que se conduce al perro a recoger cualquier objeto y comérselo.


El Dóberman es bien conocido por morderse el costado, por lo que el perro tiende a chuparse en la piel del costado durante largos períodos. La mejor manera de saber si su perro está predispuesto a un cierto tipo de comportamiento es hablar con su veterinario acerca de la predisposición genética de su raza. Luego, si es posible, hablar con el dueño de los padres de su perro para aprender de su comportamiento.


¿Cómo se trata los trastornos compulsivos en los perros?


Lo primero que debe hacer si usted piensa que su perro tiene un trastorno compulsivo es ir a su veterinario para obtener ayuda. Dado que las condiciones médicas pueden causar síntomas similares a los comportamientos compulsivos en los perros, es muy importante para descartar enfermedades médicas como neurológicas, endocrinas, gastrointestinales y trastornos ortopédicos. Su perro debe recibir un examen físico completo, así como trabajo de laboratorio de detección antes de considerar el tratamiento para un trastorno compulsivo.
Si su perro está completamente sano y libre de dolor, puede tener un trastorno compulsivo. Los trastornos compulsivos se tratan con medicamentos para bajar la excitación y el conflicto, así como la modificación de conducta para dar al perro una estrategia alternativa para hacer frente exterior de la conducta compulsiva.


El tratamiento a menudo se prolonga y se continúa durante la vida del perro. Si su perro ha sido diagnosticado con trastorno compulsivo que puede esperar algunos altibajos en el tratamiento y en el comportamiento de su perro. A menudo, los casos crónicos se hacen referencia a un Psicólogo canino certificado para el tratamiento.


La mejor cosa que usted puede hacer para su perro si usted sospecha un trastorno compulsivo o si su perro muestra repetidamente cualquier comportamiento, aunque parezca inofensivo ahora, es buscar la ayuda de un Etólogo canino. Cuando las conductas compulsivas se tratan a tiempo y rápidamente, el pronóstico es mucho mejor que si han progresado a un estado crónico.



Por: Erik Farina (Etólogo Canino)


viernes, 4 de septiembre de 2020

Adiestramiento Canino. Tener éxito desde el principio

Erik Farina 2012

Empezar con buen pié en el adiestramiento de tu perro


Los Primeros Tanteos


Incluso si ya se ha tenido perro, conocer a uno nuevo no deja de ser toda una aventura. No hay dos perros iguales, y hasta dentro de una misma raza cada individuo tiene su propia personalidad y forma de comportarse que a veces, difieren enormemente.


Lo normal es que humanos y perros necesiten semanas e incluso meses para conocerse bien mutuamente y que cada uno sepa cómo el otro va a reaccionar. En cualquier caso, planificar los sucesivos pasos de nuestra relación con el perro puede evitar muchos conflictos y malentendidos.


Indudablemente, cualquiera de los dos puede llevarse alguna que otra mala sorpresa con respecto al otro durante las primeras semanas, pero un poco de previsión le puede ahorrar muchas lágrimas y dolores de cabeza en el futuro.


Recibirlo Bien, Paciencia y Comprensión


Si su nuevo perro es un cachorro, probablemente acabará de separarse de su madre y hermanitos para venirse con usted, y es lógico que ahora se sienta muy solo. Todo lo que le rodea es diferente y extraño para él. Incluso aunque en casa haya otro perro, éste olerá diferente y se comportará de forma distinta a como lo hacían los perros con los que hasta ese momento ha convivido.


Si su nuevo perro es adulto, y ya está acostumbrado al entorno doméstico, los objetos que le rodean no le parecerán tan extraños como a un cachorro, pero usted sigue siendo un completo desconocido para el perro.


En este momento, la calma y la coherencia son vitales para el perro nuevo, independientemente de su edad. Es posible que usted sienta el impulso de hacer movimientos bruscos, gritar o incluso correr hacia el perro si lo sorprende haciendo algo que considera inaceptable, pero evite hacerlo, más bien deténgase, espere y medite.


Su perro va a necesitar algún tiempo para conocerle y para entender las reglas que rigen en su hogar. Incluso tardará en reconocer sus diferentes tonos de su voz. Si no quiere asustar al nuevo perro o cachorro, tenga mucha paciencia. Lo primero de todo es evitar que se sienta atemorizado o incómodo.


Lenguaje Corporal del Perro


Los perros no pueden expresar con palabras que se sienten inseguros, desamparados y solos, ni redactar un escrito de protesta contra los olores, imágenes o ruidos que les resultan desagradables o perturban en el hogar. Sólo pueden expresar sus sentimientos y temores por medio de gestos corporales y faciales y ciertos sonidos.


Un cachorro que se asusta al encontrarse de pronto con un perro grande tal vez adopte la postura utilizada para expresar sumisión; acercará su cuerpo al suelo lo más posible, son las orejas hacia atrás y la cola metida entre las patas. También es posible que se orine o defeque a causa del miedo. ¿No querrá ser saludado de esta forma por su nuevo compañero de casa, verdad?.


Un perro adulto, por su parte, reaccionará mal si se siente intimidado en un lugar desconocido para el perro: si le sujeta o agarra para obligarlo a salir o para impedirle hacer algo, usted creerá no estar haciéndole nada malo, pero el animal se sentirá castigado y maltratado hasta el punto de que podría incluso utilizar sus garras o fauces para defenderse de usted.


Normas de Convivencia


Aunque evitando asustar o intimidar al nuevo perro, usted tiene que establecer algunas normas elementales desde el primer instante de convivencia. Si deja claras las reglas desde el principio y es coherente con ellas, ayudará al perro a sentirse seguro. Los perros, como los niños, necesitan aprender dónde están los límites.


Algunos perros intentan poner a prueba al propietario y sortearlos, mientras que otros las aceptan tranquilamente. Sean cuales sean las normas o limitaciones que usted imponga, recuerde siempre esto: si quiere que su perro las acate, déjelas claras desde el primer instante o será tarde después.


Es mucho más fácil imponer unas normas desde el principio que corregir una conducta indeseable una vez adquirida la costumbre. Aunque le parezca un poco exagerado redactar las reglas por escrito, será lo más sensato si su familia es numerosa y todos los miembros van a relacionarse con el perro, ya que de ese modo todos se comprometerán a tratar al perro exactamente de la misma forma.


El perro jamás podrá saber qué está bien y que está mal si unos le riñen y otros le premian por hacer la misma cosa. Si se sube al sofá y se acurruca junto a alguien, tal vez haya quien lo premie con mimos y caricias y quien lo mande al suelo con gritos y empujones. No se puede esperar que ningún perro entienda que cada miembro de la familia impone distintas normas.


Las Normas de Convivencia Familiar


-Si el perro salta sobre usted, girase y dale la espalda para que no vea su cara e ignóralo. Prémialo cada vez que salude sin saltar sobre la gente, siempre con las cuatro patas en el suelo.


-Nunca le dé porciones de alimento mientras está sentado en la mesa, o estará enseñándole a mendigar comida.


-No deje cosas por medio. Los cachorros se siente irresistiblemente atraídos por la ropa sucia, los juguetes infantiles y el papel.


-Utilice juguetes apropiados para jugar con el perro, nunca zapatos o zapatillas.


-Adiestre a su perro sin prisa pero sin pausa, varias veces al día y todos los días de la semana.


-Enseñe al perro a sentarse antes de recibir el alimento, la sesión de cepillado o las caricias y antes de salir de casa o del coche.


-Todos los miembros de la familia deben participar en su educación, alimentación, cepillado, salidas a hacer ejercicio, etc., e imponer la misma disciplina.


-Los perros se sientan en el suelo: los asientos son sólo para los humanos.


-Decida dónde va a dormir el cachorro y manténgase firmes a ese respecto.


-Si empieza a mordisquear algo de muebles o zapatos, debes distraerlo con un juguete que pueda morder, especificando que puede morder y que no puede morder.


Para una consulta o información escribanos: psicolmascot@gmail.com



Por: Erik Farina (Etólogo Canino)

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