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domingo, 18 de diciembre de 2011

Vitoria convierte sus parques en enclaves naturales con visones, aves acuáticas y arboledas


La naturaleza emerge de manera explosiva en Vitoria. A sólo dos kilómetros del centro, en el Anillo Verde que rodea la ciudad, el visitante puede contemplar la berrea salvaje de los ciervos o disfrutar del vuelo de la garza imperial, la cerceta carretona o el carricerín cejudo, el ave de pequeño tamaño más amenazada de Europa. Vitoria ha reintroducido también el visón europeo y otras especies amenazadas. Pero, sobre todo, ha cambiado el hábitat urbano: ha sacado el coche de las calles del centro y ha ampliado el ecosistema para el peatón, la verdadera especie en extinción.
Vitoria es la burbuja verde de España. La puesta en marcha de políticas urbanísticas integradas en la naturaleza y diseñadas para dar respuesta a ciudadanos que se mueven a pie la han convertido en un modelo. Es la ciudad con más espacio verde per cápita de España (45 m2) y hay un parque de al menos 1,5 hectáreas a menos de 300 metros de la casa de cada ciudadano.
"Desde hace años, hemos optado por un modelo de ciudad compacta, en la que predominan los servicios de proximidad y en la que se ha fomentado el transporte público porque todo eso redunda en eficiencia energética", dice Mónica Ibarrondo, coordinadora de programas ambientales. Un total de 90 kilómetros en itinerarios para bicicletas y sendas para peatones introducen la naturaleza hasta el mismo centro urbano.
El plan de movilidad –cuyo autor es Salvador Rueda– ya ha dado sus frutos. Desde el 2006, los viajes en coche particular han descendido desde 36% al 28%, y los de la bicicleta han pasado del 3% al 7%. El transporte público gana un punto (8,3%), y la mayor parte de trayectos se hacen a pie (el 53,6%), según se puso de manifiesto en el reciente Congreso Nacional de Medio Ambiente (Conama Local). "Nuestro primer objetivo es reducir el transporte en coche privado; y se ha conseguido mediante las supermanzanas, que establecen una jerarquía de vías básicas, por donde circula el transporte público, y otras en las que se pacifica el tránsito", dice Ibarrondo.
Estos éxitos permiten abordar nuevos retos, explica Javier Maroto (37 años), un atípico alcalde ecologista del PP, que ha puesto ahora la aspiración en "hacer que la naturaleza entre en la ciudad".
Al desaparecer el coche y los estacionamientos del centro, han quedado enormes huecos, porque "el coche no genera actividad, sólo tránsito, y ocupa, junto con los estacionamientos, mucho sitio", recuerda Ibarrondo. Donde había filas de coches, "queremos recuperar el entorno natural en estado salvaje", dice el alcalde Maroto. Por eso, la idea es que la vegetación autóctona, de escaso coste de mantenimiento, sirva para hacer que el Anillo Verde de la periferia continúe hasta el interior de la ciudad. Todo este este ideario es el fruto de 20 años de un desarrollo urbanístico local moderado, autocontenido, de una expansión acotada por el Anillo Verde, un límite territorial que ha actuado como frontera del crecimiento racional que ha tenido la ciudad.
"El plan de urbanismo redujo un 70% la ocupación de las zonas agrícolas en el sur; y en el este se renunció a los proyectos agresivos que pretendían convertir los humedales en campos de golf, centros comerciales y parques temáticos típicos en los bordes de la ciudad", explica Luis Andrés Orive, coordinador del área de medio ambiente. Vitoria evitó la desecación de las denostadas lagunas y recuperó los humedales para convertirlos en zonas de inundación natural que amortiguan la crecida de los ríos. Y los suelos degradados de la periferia se transformaron en enclaves de la Red Natura 2000 de la UE que hoy disfruta la ciudad. Así, el centro de interpretación de la naturaleza Ataria, en el humedal de Salburúa, es el balcón desde el que se puede espiar esta naturaleza salvaje, salpicada de aves acuáticas y estanques junto al mismo pabellón del Baskonia.
Y el mayor bienestar tiene un precio. "La restauración ecológica ha revitalizado el valor de las casas cercanas a los parques; hemos prevenido las inundaciones; atraemos turismo ornitológico internacional, y la oferta hotelera se ha quedado pequeña", dice Orive. "Hemos ido más allá de los meros cambios cosméticos", sentencia.
El alcalde concluye que el éxito de Vitoria ha sido "dejarse asesorar por los técnicos, generar consenso y fomentar la participación ciudadana". "La defensa del medio ambiente no puede ser el estandarte de ninguna sigla, sino de la ciudad. No se puede hacer una revolución verde si la gente no te sigue", dice. La unidad política del Ayuntamiento le valió a Vitoria ser designada por la UE Capital Verde de Europa, un título que le coronará todo el 2012. La Vanguardia