(CNN) — Sangduen "Lek" Chailert es conocida como la reina elefante de Tailandia.
Durante una década, ha trabajado incansablemente para salvar a elefantes que sufren de abuso, después de haber visto de primera mano el maltrato al que muchos de ellos son sometidos al trabajar en la industria maderera.
“Cuando vi por primera vez a elefantes jalando troncos en la selva, cambió mi vida”, destacó Chailert. Al jalar la cadena para arrastrar los troncos se cortaba profundamente la piel… Vi la mirada de sus ojos y el dolor que sufría. No podía sacarlo de mi cabeza y me hizo darme cuenta de que necesitaba ir y hacer algo por los elefantes, alguien debe defenderlos. No pueden hablar, por lo que tengo que hacerlo por ellos”. La respuesta de Chailert fue abrir la Elephant Nature Foundation, un santuario y un centro de rescate en la provincia de Chiang Mai, al norte de Tailandia, donde elefantes de todo el país pueden recibir asistencia médica.
Uno de los programas que dirige Chailert desde el centro es una clínica de campo para elefantes llamada Jumbo Express. Con un equipo de voluntarios, ella viaja a algunas de las aldeas más remotas de las tribus de las montañas, dando atención médica de emergencia a animales heridos.
“Cuando visito las aldeas veo a muchos elefantes sufriendo, y no sólo elefantes, también gatos, perros, gallinas y otros animales; pero no hay mucho que se pueda hacer porque estas aldeas son tan remotas que no hay doctores que ayuden”.
Los elefantes asiáticos de Tailandia son una especie en peligro de extinción y han sufrido un dramático decrecimiento en su población en las últimas décadas, con sólo un estimado de 500 viviendo en su hábitat natural en Tailandia.
La prohibición de la tala de 1989 también significó que miles de elefantes trabajadores se quedaran sin empleo. Con la falta de trabajo en el bosque, muchos elefantes y sus propietarios se vieron obligados a ir a las ciudades para mendigar, mientras otros se convirtieron rápidamente en parte esencial de la industria turística, trabajando en campamentos de elefantes y circos.
El médico Jan Schmidt-Burbach, de la Sociedad Mundial para la Protección de Animales, afirma que los elefantes que trabajan en la industria del turismo pueden ser sujetos a terribles casos de crueldad animal.
“Las limitaciones extremas que se requieren para los animales en la mayor parte de los campamentos de elefantes, no le permite moverse libremente”, destacó.
En una zona famosa por sus campamentos turísticos de elefantes, Chairlet afirma que su centro le ofrece a los elefantes tiempo para sanar y vivir en grupos familiares elegidos por ellos mismos.
Esto es algo que Schmidt-Burbach considera muy importante.
“Los elefantes son uno de los mamíferos más desarrollados a nivel social en el mundo, las hembras forman grupos grandes y estables para toda su vida. Quitarles la interacción social con otros elefantes debe ser visto como un acto de crueldad”, agregó.
“De los puntos de reunión de los que tenemos conocimiento en Tailandia, la mayoría permite un acceso muy limitado a interacción social con otros elefantes, generalmente sólo si están encadenados muy cerca entre sí”.
Chailert piensa que las condiciones sólo podrán mejorar a través de la educación básica.
En muchas de las aldeas más remotas de Tailandia, los elefantes aún son utilizados como miembros vitales de la fuerza de trabajo de la comunidad y para entretener a los turistas.
El programa Jumbo Expresss no sólo cuida a los elefantes y les brinda todo desde inyecciones hasta medicamentos, también espera educar a los residentes para que ellos puedan cuidar a los animales una vez que se van.
“A veces es verdaderamente difícil ver a la gente que abusa de los animales porque en ocasiones se debe a la falta de educación”, explica Chailert. Asimismo, afirma que en la mayoría de los casos, el dueño del elefante, conocido como mahout, no tiene las habilidades o el conocimiento necesario para atenderlo adecuadamente.
Chailert cita el ejemplo de un elefante que cargaba a turistas en caminos montañosos con una botella de cristal enterrada en su pie porque su dueño no sabía cómo quitarla.
“No cuidan a sus animales de manera apropiada cuando están enfermos y existe el riesgo de que las enfermedades se contagien a sus familias”, destacó Chailert.
“Cuando subimos, tomamos la decisión de educar a los aldeanos sobre cómo cuidar a los elefantes con el mismo amor que le muestran a sus propias familias y les pedimos su cooperación para admirar al animal”.
Elephant Nature Foundation trabaja con diversas tribus para asegurarse de que los elefantes no sean explotados. Ella afirma que el turismo es la mayor amenaza que enfrentan los elefantes de Tailandia.
“No queremos desalentar el turismo, ayuda al elefante, pero necesitamos educar a la gente sobre cómo cuidar a sus animales de una manera más humana. Sin embargo, el problema actualmente es que ellos ven a los turistas y no ven más allá del dinero”, concluyó Chailert.