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domingo, 1 de enero de 2012
Evolución del perro de compañía
Desde que en el Neolítico el hombre comenzó la domesticación de ciertas especies de animales hasta nuestros días, la evolución del perro como especie ha ido experimentando muchas adaptaciones de muy diversos tipos.
Se cree que el acercamiento entre el hombre y aquellos cánidos fue algo espontáneo, producto del beneficio mutuo, dado que los animales que permanecían cerca de los asentamientos humanos para conseguir restos de comida contribuían a mantenerlos alerta ante posibles enemigos.
Con el tiempo, este vínculo se hizo cada vez más cercano, de modo que finalmente aquellos perros formaron parte de las tribus o clanes humanos. Esta unión supuso un devenir conjunto que hizo que ambas especies alcanzaran todos los confines de la Tierra.
Como ya sabemos, desde su domesticación hasta la actualidad, el perro ha sido seleccionado principalmente por su funcionalidad, es decir, por ejecutar un trabajo. Sólo con el tiempo fueron apareciendo las razas tal como las conocemos hoy día, muchas de ellas con una función muy especial, proporcionar compañía a su propietario.
Realmente este concepto surgió en los siglos pasados pero restringido a las clases sociales privilegiadas y muy especialmente por parte de las mujeres, quienes ya entonces preferían ejemplares pequeños.
Sólo con el establecimiento de la “sociedad del bienestar” este concepto fue extendido a las demás clases sociales.
Obviamente, cualquier raza puede ejercer en exclusiva esta función, sin embargo, dado nuestro estilo de vida actual, en el que destacan el poco tiempo diario disponible y el reducido espacio en el hogar, los perros elegidos para este fin son, en su mayoría, de pequeño tamaño, con un peso inferior a los 10 kilos.
Asimismo, en los últimos años, dentro de este grupo la predilección se ha centrado en aquellos que resultan extremadamente pequeños, los que muchos llaman miniatura dado que no sobrepasan los 4 kilos de peso cuando son adultos. Royal Canin-Guau