domingo, 21 de febrero de 2021

Etología Canina Comportamiento Social del Perro Capítulo 6

Erik Farina 2015

 

Comportamiento Social del Perro Capítulo 6


El Comportamiento Sexual del Perro


Los perro muestran sus primeros instintos de deseo sexual en torno a las siete semanas de vida, a través de manifestaciones de montas simuladas. Estas actitudes forman parte del comportamiento lúdico normal de los cachorros y son necesarias para el desarrollo correcto de las respuestas sexual en el adulto.


No hay que confundirlas con similares comportamientos de monta entre perros machos adultos, que deben considerarse además como trastornos en su comportamiento.


Sin embargo, la pubertad en los perros machos depende mucho de la raza, puede comenzar alrededor de los 6 meses, hay razas muy precoces que empiezan a los 5 meses, la madurez sexual del macho (capacidad de montar y fecundar a una hembra) se alcanza alrededor de los 9 meses, aunque se pueden encontrar grandes diferencias entre raza y raza, siendo las más pequeñas a la vez las más precoces.


La pubertad en las perras hembras llega entre los 7 y los 12 meses de edad si bien se puede atrasar hasta los 24 meses y es normalmente 2 o 3 meses después de obtener su peso adulto. Las razas pequeñas son más precoces y llegan a la pubertad entre los 5-6 meses, las de tamaño grande a los 10-12 meses y las de tamaño gigante a los 24 meses


Pero también los factores ambientales como los periodos del año, los recursos de comida y las relaciones sociales tienen una notable importancia en el estímulo del desarrollo sexual.


En los machos las consecuencias más importantes de la aparición de la pubertad son; el aumento del nivel de hormonas sexuales masculinas, la testosterona que cambia el olor de la orina, confiriéndole un olor más “macho”, y por la que se le puede reconocer como perro adulto, y la distinta postura que toma al orinar, que pasa de la infantil agachado a la adulta con la pata levantada y marcando.





Pero los cambios más grandes se producen en la hembra, en la que con la pubertad comienza a presentarse el celo, el periodo del Estro durante el que se vuelve fecunda.


El ciclo sexual está compuesto por 4 fases llamadas; Proestro, Estro, Diestro y Anoestro, y dura entre 140 y 300 días. El tiempo de celo aparece dos veces al año, aunque en algunos casos puede ocurrir cada 7, 8, 9 meses; incluso una sola vez al año.


Por lo demás, las perras son ya fecundadas a un año de vida, mientras que en los lobos la madurez sexual no se alcanza hasta el segundo o incluso tercer año. Los perros que han vuelto al estado salvaje como los perros de raza Basenji Africanos o los Dingos Australianos tienen su ciclo sexual igual al de los lobos.


Durante el Protoestro, la hembra presenta secreciones vaginales, y transcurre gran parte de su tiempo lamiéndose. Su comportamiento cambia sensiblemente: se vuelve más activa e inquieta y recorre grandes distancias, siempre que se le permita vagabundear por las calles del barrio o parque de los alrededores. Durante estas excursiones marca marca frecuentemente el terreno con orina, lo que constituye una fuente irresistible de atracción para los machos.


En efecto, la sustancia química dejada en la orina llama a los machos hasta de grandes distancias, volviéndoles extremadamente excitados y haciendo que a la mínima ocasión traten de montar a la hembra que, sin embargo, no está todavía dispuesta a que la cortejen.


Después de diez días, aunque también este periodo puede variar en las razas, en el último de los cuales la hembra muestra una actitud de aproximación y retirada con respecto a los machos, comienza el periodo del Estro, durante el cual parece que la hembra y sus eventuales cortejadores, muchas veces en jauría, van verdaderamente a enloquecer.





Durante este período las hembras son fecundadas y comienzan a estar dispuestas para el apareamiento. Los galanteos de los machos se hacen cada vez más serios. Una actitud típica, que se observa tanto en los perros como en los lobos, es la de dos perros, tanto el macho como la hembra, sentados sobre sus patas, uno al lado de la otra, sus patas estiradas sobre el suelo, con los dedos muy separados, que manteniendo la cabeza ladeada y la lengua caída hacia fuera, se dan pequeños golpecitos con el hocico o con las patas.


Otro comportamiento común es el de los dos perros que alternativamente se agarran con las manos en torno al cuello del otro en una especie de abrazo juguetón.


El galanteo no es, sin embargo, indispensable para llegar a la cópula, pues a menudo un macho y una hembra receptiva se pueden encontrar y aparearse enseguida sin ningún preámbulo.


La hembra muestra estar dispuesta para la cópula ladeando el rabo y mostrando la vagina al macho, éste reacciona montándola por atrás, y mediante golpes de pelvis, tras alguna tentativa en el vacío, logra acoplarse, ayudado por los movimientos de la hembra.





El tercer periodo el Metaestro, es el de la preñez o en el caso en que la hembra no se haya apareando, el de la pseudopreñez. Dura dos meses, al término de los cuales llega el parto.


El último periodo es el Anoestro, es el tiempo de reposo sexual, la inactividad reproductiva. No se presentan cambios hormonales, y la hembra vuelve a su comportamiento normal.


En el estado salvaje, entre los lobos y los perros asilvestrados, el comportamiento sexual se manifiesta raramente en los períodos fuera del celo las hembras. En los perros domésticos, por el contrario, es bastante frecuentes ver a perros que tratan de montar a otros perros del mismo sexo.


A menudo el significado de este comportamiento es el de simple dominio entre dos perros, por el que el dominador monta al sometido, otras veces se trata de un juego, pero la mayoría de las veces se trata de un trastorno sexual propiamente dicho.


El deseo sexual de los machos es fuerte y continuo a lo largo de todo el año. No hay períodos de indisposición, y ante una hembra en celo se excita enseguida.





Las hembras, por el contrario, sólo son receptivas durante dos breves períodos al año.


El problema para los perros machos que viven en la ciudad es que durante cada periodo del año hay siempre alguna hembra en celo, y su olor terriblemente atrayente se puede olfatear en cada esquina de la calle.


La inmensa mayoría, un noventa por ciento, de los perros machos están en un estado de perenne frustración ya que sienten el olor del celo, pero no ven a la hembra, y el único modo que les queda de desfogarse es encontrar un modelo sustitutivo que, dependiendo de la fantasía de cada perro, puede ser otro perro, la pierna del humano, el respaldo de un sillón o un muñeco.


CAPÍTULO 7


Por: Erik Farina (Etólogo Canino)


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