ERIK FARINA 2013 |
Comportamiento Social del Perro Capítulo 2
Dominio Subordinación
Todos los animales que viven en un grupo social, establecen una jerarquía para regular las relaciones entre sus miembros. Los animales dominantes muestran de diversos modos su agresividad con lo que los dominados acaban sometiéndose. Naturalmente todos los pertenecientes al grupo asumen distintas posiciones de la escala jerárquica, guardando una cierta graduación entre los dos extremos.
El comportamiento social de los perros, heredado de sus antepasados salvajes refleja esta estructura social.
Es sabido desde antiguo que las relaciones entre perros se basan en un binomio dominante subordinado, en que uno tiende a dominar sobre otro.
Esto es verdad, pero sólo en un análisis provisional, una vez más este tipo de análisis es demasiado simplificador y rígido si se quiere explicar más a fondo una situación mucho más compleja.
En efecto, en algunas cosas este concepto de dominio y subordinación se interpreta mal y no describe exhaustivamente cómo funciona el sistema social de los cánidos.
La estructura social de los perros domésticos es en realidad mucho más compleja que una simple relación jerárquica.
A veces la sola presencia de un perro puede influenciar el comportamiento de otro perro. La estructura social de los perros domésticos no sólo no es un sistema rígido, sino que muchas veces está sometida a continuos cambios.
Los miembros de un grupo social pueden cambiar de un día a otro e igualmente las variaciones exteriores pueden tener una influencia significativa.
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Las situaciones en las que un perro de rango mayor domina físicamente a otro perro son bastante raras. Frente a cualquier problema de dominio entre dos perros, cada sujeto emplea una gran variedad de estrategias para solucionar la disputa.
Tales estrategias no se refieren exclusivamente a la relación dominio subordinación, sino que tienen en cuenta el conocimiento recíproco o no de los dos animales en cuestión, las actitudes de jactancia que sacan a relucir, la confianza con el lugar en que se encuentran, y la presencia o no de otros individuos, sean estos perros o humanos.
Una vez establecida la supremacía entre dos sujetos, los perros, sea en su estado salvaje, sea en su estado doméstico, pueden proceder a la constitución de un grupo más consistente.
En realidad, cada una de las relaciones entre los individuos representa las bases para la formación de la organización social. A través de estas relaciones concretas es posible construir una jerarquía lineal con las respectivas posiciones sociales de cada uno de los perros.
Cuando dos perros viven bajo el mismo techo, se establece entre ellos una relación que en general no causa ningún problema mientras la posición del dominante sigue siendo estable. Pero si el jefe es herido o se pone enfermo, el siguiente podría aprovecharse de ello para dominarlo y ocupar su puesto.
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Esta supremacía puede ponerse en cuestión no sólo entre los perros domésticos, sino también entre los lobos.
Pueden producirse luchas en el grupo por la escasez de comida o porque una hembra en celo se ha unido con otro. Si el jefe pierde, el orden social se pone en cuestión.
Esto demuestra hasta qué punto la estructura jerárquica, por muy severa que sea, es en realidad una relación muy fluida.
Además, la jerarquía que así se establece no sólo no es una estructura rígida, sino que está a su vez dividida en otras jerarquías lineales; la de los machos, la de las hembras y la de los cachorros.
En efecto, los mecanismos de comportamiento que se establecen entre un perro y los demás miembros del grupo varían mucho según la edad y el sexo de los animales.
Por lo demás podría no ser correcto hablar de una organización social de los perros domésticos, considerando que casi toda la población canina que vive en estrecho contacto con el humano se limita en sus relaciones sociales únicamente a sus interacciones con la familia humana y sus encuentros con otros perros son raros y excepcionales sin que entre ellos haya convivencia.
Por: Erik Farina (Etólogo Canino)
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