Erik Farina año 2000 |
En el entorno natural, nuestros perros
domésticos formarían jaurías organizadas. A cada perro le
correspondería un estatus social determinado, con derechos y deberes
concretos, y la jauría en general se relacionaría escasamente con
caninos que no conociera. De hecho si se encontrasen con un perro
perteneciente a otra jauría, lo tratarían con gran recelo y si el
grupo se sintiese amenazado por él, lo ahuyentarían con gestos
amenazantes y grandes muestras de hostilidad.
La Comunicación canina.
Sin embargo, esperamos que el perro que
vive con nosotros se relacione con sus congéneres de forma muy
distinta. Lo natural es que los perros pertenecientes a diferentes
jaurías/familias, sea cual sea su sexo, su edad y su tamaño, se
encuentren y se traten a diario en la calle, o en el parque, sin que
se produzca ningún tipo de confrontación o conflicto.
Esto es posible sólo por dos motivos.
El primero es que el perro doméstico, durante su evolución a partir
del lobo, probablemente sufrió un proceso de selección natural que
lo dejó en estado neotónico, es decir, estando en un comportamiento
juvenil de por vida. Un perro nunca llegará a comportarse como un
lobo adulto.
De hecho, el perro demuestra una gran
flexibilidad en su trato social con los demás perros durante toda su
vida, si es que no sigue mostrándose, incluso, tan juguetón como un
cachorro.
El segundo factor que hace posible que
nuestros perros se relacionen entre sí con tanta naturalidad y sin
violencia, es precisamente la socialización precoz a la que le
sometemos. Nosotros les enseñamos desde cachorros que los demás
perros, auque no tengan el mismo olor o el mismo aspecto que sus
compañeros de camada, son igual de amistosos y dignos de confianza
que ellos.
De todos modos cuando los llevamos al
parque podemos aún observar vestigios de la conducta social de los
lobos en su comportamiento. Es cierto que se relacionan con sus
congéneres libremente, pero siempre observando una serie de
rituales, una serie de normas de conductas social destinadas a hacer
posible que un perro se presente ante un desconocido y ambos puedan
entablar una relación amistosa, por efímera que ésta sea.
Además, para comunicar con sus
congéneres su existencia e intenciones los perros no necesitan
forzosamente coincidir: también suelen presentarse ante los demás
de otros modos, como marcando el territorio con orina o eligiendo
cuidadosamente el lugar más adecuado para depositar sus heces.
La Comunicación Olfativa.
Los perros delimitan lo que consideran
su territorio utilizando su olor personal. Probablemente, para ellos,
leer olfativamente la información contenida en la orina dejada por
sus congéneres, es un poco como para nosotros ojear el periódico
por la mañana. Esas señales olfativas están plagadas de
información sobre el sexo, estado de salud, estatus social e incluso
situación coronal de los perros de la vecindad.
Los perros pueden, incluso, detectar
mediante el olfato el miedo que están sintiendo otros animales. Se
cree que cuando un perro está atemorizado libera ciertas sustancias
químicas, denominadas feromonas, destinadas a alertar a los demás
sobre el peligro que los acecha. Tal vez esto explica por qué a
muchos perros les aterroriza ir al veterinario auque nunca hayan
sufrido ninguna experiencia traumática en la clínica.
Es probable que un olfato tan altamente
desarrollado permita a los perros saber exactamente cuántos perros
hay, o ha habido hasta hace muy poco, en el parque, y si los conocen
o no.
La Comunicación Visual.
Cuando están al alcance de la vista,
los mensajes olfativos ceden paso al lenguaje de los gestos. La
mayoría de los perros si no están sujetos por la correa y pueden
moverse con total libertad, se toman cierto tiempo al presentarse
ante los perros que no conocen. En el primer momento, es posible que
nada más verse ambos queden como inmovilizados.
Poco después, irán aproximándose
entre sí, despacio y con precaución, con frecuencia dando una
especie de rodeo en vez de dirigirse directamente hacia el otro, lo
cual podría ser interpretado como un intento de agresión. Cuando
están cerca normalmente intentarán olfatearse mutuamente, primero
la cara y la cabeza y finalmente la zona genital, mucho más rica en
información olfativa.
Después de esto, tal vez uno de ellos
se aleje, o tal vez los dos a la vez, y levante la pata para orinar,
dando por concluidas las presentaciones. También es posible que se
inviten mutuamente a jugar, agitando las patas delanteras en el aire,
acostándose sobre las patas delanteras, mientras las patas traseras
quedan en posición normal, o ladrando.
Aunque mientras juegan pueda parecer
que están peleando en serio, normalmente ambos comprenden y acatan
mientras lo hacen las normas sociales pertinentes y es muy difícil
que lleguen a morderse fuerte o a desafiarse con verdadera
hostilidad.
El Lenguaje Corporal
A veces cuando dos perros se
encuentran, utilizan los gestos para mostrarse dominantes o sumisos.
Tal vez uno de ellos intente colocar una de sus patas delanteras, o
las dos, sobre el lomo del otro, o montarlo. Con menos frecuencia, el
perro que intenta someter al otro lo expresará apoyando su cabeza en
el lomo o el cuello del otro.
La mayoría de las veces, los perros
liman sus esperezas sin violencia y ambos acaban jugando o tomando
cada uno su camino. De hecho, las peleas se producen casi siempre
porque los propietarios intervienen, interfiriendo de este modo en el
complejo sistema de señales utilizado por los perros para resolver
la situación, código que ambos perros conocen y comprenden
perfectamente.
La Inteligencia y Comunicación del Perro – 2
La Inteligencia y Comunicación del Perro – 3
La Inteligencia y Comunicación del Perro – 2
La Inteligencia y Comunicación del Perro – 3
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Erik Farina, Psicólogo Canino y Adiestrador Profesional
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