Erik Farina 2014 |
Cómo
adiestrar a un cachorro.
Todo
perro posee por naturaleza propia una gran riqueza de cualidades
psíquicas que, unidas a una conformación idónea, representan una
sólida base para el adiestramiento, desde los simples ejercicios de
obediencia hasta el adiestramiento especializado. La primera etapa
del adiestramiento es aquélla en la que el cachorro aprende a
obedecer a su amo.
Así, por los hechos, comprende a la perfección
que existe un dueño, que éste quiere o no quiere que haga algo, que
hay cosas que pueden hacerse o no pueden hacerse y que, debido a
ciertos gestos y tono de voz que el perro asocia, puede o no llevar a
cabo determinadas acciones. Sin embargo, las pruebas de obediencia
constituyen un paso ulterior, aunque de importancia básica, para la
utilización del perro en algún trabajo. Estas pruebas, que pueden
compararse con el paso de un niño de párvulo a la escuela,
consisten en algunos ejercicios fundamentales.
Si el perro no los
aprende a la perfección, no podrá pasar de curso. Partiendo de la
base de que no se adquiere un perro sólo para disfrutar de su
compañía, reduciendo sus actividades a la posibilidad de satisfacer
sus necesidades fisiológicas durante un paseo más o menos corto,
hemos de suponer que, por el contrario, se quiere obtener de él un
mínimo de disciplina, evitando con ello que se convierta en un perro
torpe y mal educado, con el consiguiente peligro para sí mismo y
para los demás. Será necesario, pues, dedicar algo de tiempo a
enseñarle las cosas más importantes.
Hay quienes creen que la
obediencia se obtiene mediante la fuerza, la vara y los golpes ( los golpes
con la mano o con el pié o el uso de collares eléctricos son muy
frecuentes en el maltrato a un perro). Esos precisamente son los
responsables de la existencia de animales obtusos, debido a las
continuas frustraciones, o de perros excesivamente tímidos, casi
enfermizos, aterrorizados ante su amo, a quien lamerán la mano, no
por amor, sino por miedo. O de perros feroces, peligrosos para los
demás e incluso para el mismo dueño. Este tipo de educadores de
perros, extraños autodidactas, no podrán culpar al perro, sino a sí
mismos, si el perro llega a morderles.
El adiestramiento del perro
requiere paciencia, tranquilidad y dulzura. Si alguien es intolerante o
sufre de los nervios, debe abstenerse de dar lecciones a un perro, al
menos hasta haber recobrado la calma. El perro no puede comprender el
carácter de una persona, o si un día está de mal humor por
problemas de índole familiar o laboral. Además, no debe exigirse
nada de un perro que no esté en las debidas condiciones físicas, de
la misma forma que si el dueño se halla en mal estado de salud, es
obvio que nadie le exigirá ir a su trabajo a hacer esfuerzos
físicos.
Por lo tanto, si el perro no se encuentra bien, es
conveniente suspender momentáneamente las lecciones. Por otra parte,
las inflexiones de la voz son sumamente importantes; una orden
impartida con energía y reiterada, no hace falta gritar, sino como
si se le estuviera hablando al perro, tendrá un efecto mayor sobre
el cachorro. El gesto que acompaña a la orden ha de ser sólo una
forma de aumentar su énfasis.
Por consiguiente, adiestrar a un
cachorro debería ser, aunque en realidad lo es, un pasatiempo, una
verdadera diversión y un pretexto para estar al aire libre. Sólo de
esta manera podrá obtenerse de un cachorro que en el futuro se
comporte como un perro maduro en toda la extensión de la palabra,
mostrándose fiel a su amo y ejecutando con ahínco sus órdenes. Se
podrá observar, al mismo tiempo, su alegría al obedecer, deseoso de
merecer los elogios y las caricias de su dueño, lo que constituye el
premio más apreciado para el perro.
En este curso describiremos la
forma en que se realizan los ejercicios de obediencia y cómo se dan
las órdenes, aclarando que estás siempre deben ir precedidas del
nombre del perro. Desde pequeño habrá que llamarle por su nombre,
especialmente en el momento de darle la comida o alguna golosina, a
fin de que el perro relacione su nombre con situaciones agradables.
Contacto: psicolmascot@gmail.com
Por:
Erik Farina (Etólogo Canino)
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