El control de la artrosis canina
Poster
ilustrativo de las diferencias esenciales entre una articulación
canina sana y una con artrosis. En el mismo, de manera esquematizada
y visual, se explica el proceso de degeneración del cartílago en
las articulaciones afectadas, que junto a las alteraciones óseas,
lleva finalmente a la aparición de la lesión articular, así como
el plan de control que debe establecerse bajo supervisión del
veterinario.
La
artrosis es un proceso de curso clínico generalmente lento.
El
paciente sufre un dolor que en principio es leve y va aumentando
lenta y progresivamente.
Esto
hace que tenga tiempo para ir adaptándose a ese dolor de modo que
externamente no sea fácil en muchas ocasiones para el propietario
percatarse de ese dolor o lo considere menor a lo que realmente
es.
Para
cuando nuestro perro muestra signos claros de dolor o de disminución
en su capacidad funcional (dificultad para levantarse, correr o
saltar) el proceso de artrosis está generalmente ya muy
avanzado.
En
consecuencia, la mayoría de los perros se diagnostican de artrosis
cuando las primeras etapas de la enfermedad ya han pasado.
Y
desgraciadamente, esa primera fase de la enfermedad es la que nos
permite realizar un tratamiento más efectivo, en la que más
posibilidades tenemos de frenar o retrasar la evolución de la
enfermedad.
Es
fundamental realizar pruebas preventivas que determinen la tendencia
a las principales causas de artrosis (displasia de cadera, de codo) o
que detecten la enfermedad en sus primeros estados.
En
la artrosis canina, el tiempo es muy importante.
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Por: Erik Farina (Etólogo Canino)
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