viernes, 11 de septiembre de 2020

Etología - Psicología Canina Psicolmascot

 

                                                                                               Erik Farina año 2015


Todo el mundo sabe que el perro es el mejor amigo de los humanos. Mas esto no es suficiente, hay que conocer al perro, hay que educarlo, hay que cuidarlo y adiestrarlo. Y todo esto sólo puede hacerse con cariño y amor utilizando la psicología canina. Hay que atenderle en sus necesidades, hay que alimentarle de acuerdo con su conformación digestiva particular, y tenemos que conocer sus manías y sus afanes. Hemos de aprender a querer y cuidar a los perros, porque son nuestros mejores amigos, y como tal hay que tratarlos y amarlos, e incluso respetarlos.


La Psicología del Perro: Instinto y Carácter


No son pocas las personas que dicen que los perros se guían únicamente por el instinto. Otras personas en cambio, creen que el perro posee una inteligencia fuera de lo común. Una inteligencia casi humana.


Desde el punto de vista objetivo, ambas opiniones son erróneas. Los perros, que son los únicos animales domésticos que están psicológicamente integrados en la humanidad, poseen en realidad una mezcla de instinto y adaptabilidad.


Estos elementos componen lo que podríamos denominar el “espíritu del perro”. De ahí que éste, en lugar de confundirse entre sí, se integra y se funde para hacer posible la convivencia con la especie humana. Ello hace pensar al humano que los perros son, sobretodo, seres muy inteligentes.


La psicología comparada se ocupa del estudio de las leyes que regulan el comportamiento de las diversas especies y el análisis de las diferencias y afinidades entre el comportamiento de los animales en general. Es conveniente, pues, comenzar a tratar el aspecto del instinto con algunas consideraciones.


En efecto, se trata de un comportamiento o de una serie de comportamientos transmitidos de padres a hijos, es decir, que estos comportamientos son de origen hereditario.


Los seres vivos, además de asemejarse a sus padres en el aspecto genético y físico (en el caso del perro, raza, color, pelo, talla, etc..), también lo hacen en las predisposiciones a determinados comportamientos.


Estos comportamientos heredados pueden ser muy determinados y abarcar la manera de actuar en general de cualquier animal.


En los animales de corta existencia, como es obvio, no se presenta la oportunidad de aprender todo lo necesario para una óptima independencia. Heredando formas físicas de acción, esto es, de los comportamientos ya perfectamente adecuados a garantizar la supervivencia, la alimentación y la reproducción de la propia especie, estos animales están preparados por instinto a morir jóvenes.


Por otra parte, el mismo instinto sirve además para reducir la necesidad y los peligros del aprendizaje, pues de éste deriva el hecho de que todos los animales se conducen de igual manera que sus respectivos antecesores.


Por ello, hemos de deducir que el instinto es un mecanismo de adaptación a la especie, o sea que hace idóneo al individuo a la vida, en un ambiente determinado.


Como ocurre generalmente, el ambiente no suele ser el mismo, sino que puede sufrir, grandes variaciones. Frente a tales cambios, el comportamiento determinante y fijo de los mecanismos instintivos podría resultar inadecuado.


                                                                                                   Erik Farina año 1994


Por tal motivo, resultan indispensables los procesos de aprendizaje, es decir, la capacidad de modificar el comportamiento propio de manera relativamente estable en el tiempo que sigue a una experiencia dada.


El humano, por ejemplo, es extraordinariamente adaptable a diversos ambientes. Y esto es debido a que se halla poco ligado al instinto. En cambio, está dotado de una gran capacidad de adaptación activa, lo que le otorga una gran facilidad para el aprendizaje.


En definitiva, es sumamente difícil separar lo instintivo de lo aprendido. Todos los comportamientos estables responden a exigencias de adaptación y supervivencia, máxime si se tiene en cuenta que tales comportamientos se observan en la inmensa mayoría de las especies terrestres a través del tiempo.


El altruismo presente en algunos animales se debe a la necesidad de defenderse de si mismos y de la propia especie, respecto a los descendientes directos que en el fondo representan la prolongación en el tiempo de la existencia del individuo solo.


En la naturaleza el cachorro del lobo viene al mundo en una fosa circular que la madre ha excavado, a fin de impedir que la camada se disperse. Además, los cachorros recién nacidos nacen con los ojos y los oídos cerrados, no oyen ni ven, pero si tienen el olfato que poseen un sistema de orientación que les permite moverse hacia el calor del cuerpo de la madre.


En el caso de dar a luz una perra en una casa de un humano, la perra construirá una especie de valla protectora con objetos diversos para sus crías, que no podrán salir de allí. En cambio, si sabrán llegar hasta el cuerpo piloso y caliente de la madre gracias a su olfato.


Ya cerca de la madre, colocarán el hocico sobre el vientre de la madre con movimientos de arriba abajo, hasta llegar a los pezones, que centrado en la boca de los cachorros, evocará en ellos la conducta de la succión, al tiempo que bombean los senos con las patitas anteriores para que salga la leche.


Estos primeros actos del cachorro son instintivos. Los cachorros incapaces de realizarlos quedan abandonados y mueren en los primeros días.


Además, los movimientos de busca del pezón y el masaje de senos, no se agotan con el tiempo de la lactancia. Una vez terminada esta función nutritiva, estos movimientos permanecerán en el patrimonio de la conducta del perro como actos demostrativos de afecto y dependencia filial.


De ahí que los perros, en ciertos momentos especiales, golpeen su hocico de arriba abajo. Suelen hacerlo particularmente cuando tienen hambre, cuando desean ser acunados con caricias o cuando se sienten protegidos y bien cuidados.


A pesar de que la mano humana es muy distinta a los senos de la madre, en el fondo, el movimiento del perro es la dependencia que muestra hacia el humano, la misma dependencia que mostró a su madre en los primeros días de existencia, y primeros meses.


Un acto instintivo del perro es acercar el hocico hacia la mano de su dueño para que éste le acaricie, si bien esta acción siempre la lleva de arriba abajo, lo que ratifica la tesis de que en realidad el perro está actuando por instinto.


Por tanto, vemos cómo una conducta instintiva del cachorro se manifiesta en el perro adulto en un contexto completamente diferente, adquiriendo un calor de comunicación.


Por: Erik Farina (Etólogo Canino)


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