Erik Farina 1994 |
El Recién Nacido
Los perros nacen sin poder oír y sin poder ver. Aunque están cubiertos de pelo, necesitan estar en contacto con la madre para mantenerse calientes y protegidos. En los primeros días, el principal órgano sensorial es el del olfato, lo que puede observarse fácilmente contemplando un cachorro recién nacido; su trufa y su morro son desproporcionadamente grandes en relación con el resto del cuerpo.
Desde el principio son capaces de moverse, regresando a la camada si se les aísla del grupo, y también de chillar para avisar a la madre de donde esta situado cuando tiene hambre.
Los cachorros recién nacidos no pueden orinar ni defecar por sí solos, ni tampoco regular su temperatura corporal, y dependen por completo de su madre, que con vigorosos lametones provoca la micción y la deposición; también con su propio cuerpo les proporciona el calor necesario.
Los perros nacen ya capacitados para hacer muchas cosas: los nervios craneales están ya totalmente desarrollados, y eso les permite mamar, tener sensibilidad en el morro, mantenerse en una posición e incluso enderezarse instintivamente. Se trata de un reflejo natural que se produce cada vez que se caen o se les da la vuelta, y consiste en ponerse de nuevo en una posición normal. Si se agarra por la holgada piel de la nuca a un cachorro recién nacido, éste encogerá de forma característica las patas y se mantendrá totalmente inmóvil.
Pero sólo hará esta acción de quedarse inmóvil durante los primeros cuatro o cinco días, después estirará las cuatro patas, poniéndose tieso y separándolas entre sí. Los cachorros con menos de una semana, no pueden ver ni oír bien todavía, pero reaccionan ante los ruidos fuertes. También producen los chillidos fuertes, chillando y gimoteando si se sienten abandonados con el fin de atraer a la madre.
Erik Farina 1994 |
En
cuanto se abren sus orejitas, los cachorros comienzan a reaccionar
ante los sonidos, y aunque no pueden ver con claridad hasta que
cumplen más o menos cuatro semanas, intentan ya seguir con los ojos
la luz y el movimiento de los objetos.
Los
cachorros suelen empezar a moverse con cierta soltura a las tres
semanas de edad más o menos, caminando en vez de arrastrarse, y
alternan breves períodos de actividad con prolongados períodos
durante los cuales duermen profundamente.
Con cinco semanas, los cachorros pueden ya oír, ver y olfatear como perros adultos, aunque sólo logran concentrar su atención durante lapsos muy cortos. El destete se inicia normalmente a las tres semanas más o menos, momento en que la secreción láctea empieza a decrecer y la madre a rechazar progresivamente a los cachorros que intentan mamar.
El destete se prolonga normalmente hasta la quinta o sexta semana, y es para los cachorros la primera y más importante lección de convivencia social de su vida, ya que los enseña a soportar la frustración que conlleva el que su madre les niegue el pecho cuando ellos sienten que lo necesitan.
También aprenden mucho jugando con sus hermanos y con la propia madre, pues esto les permite adquirir conciencia de que son perros. Muchas posturas utilizadas en el juego y gestos faciales son adquiridos precisamente en esta época de su vida.
Erik Farina 1994 |
En esta época de su vida, resulta muy esencial la intervención humana. La socialización (proceso durante el cual el cachorro aprende a comportarse con los humanos y con otros perros) debe tener lugar a esta edad. Acostumbrarlo, o exponerlo de forma gradual a todos los elementos y cambios que se producen habitualmente en el entorno resulta esencial también.
Un cachorro debidamente socializado y familiarizado con el entorno se convierte en un adulto seguro de si mismo, feliz, equilibrado y obediente sean cuales sean las circunstancias o los lugares a que deba enfrentarse en el futuro.
A partir de este momento, los cachorros empiezan a recabar enormes cantidades de información sobre el mundo que los rodea. Ya se mueven con soltura, coordinando perfectamente sus movimientos, y pueden tanto correr como saltar y revolcarse. Es ahora cuando más necesitan del juego con sus hermanos y con los humanos para aprender normas de conducta social, y cuando clavan sin cesar sus dientes punzante como alfileres para averiguar qué elementos del mundo que los rodea son seres vivos y cuáles meros objetos inanimados.
Normalmente, después de la séptima semana el cachorro ya está completamente destetado y es capaz de ingerir por sí mismo todo el alimento sólido que necesita para satisfacer sus necesidades nutricionales. Con ocho semanas está preparado para separarse de su madre y de sus hermanos de camada, aunque muchos permanecen junto a la madre hasta que cumplen las diez o doce semanas de vida.
Erik Farina 1994 |
EN esta época, el perro adquiere gran masa muscular y ósea, preparándose para la pubertad. Entre la 18 y la 20 semana de vida, más o menos, se le caen los dientes de leche y aparece la dentición permanente. Este proceso marca definitivamente el final de la infancia propiamente el final de la infancia propiamente dicha.
El perro experimenta sin cesar diferentes conductas sociales, y tal vez incluso empiece a ensayar comportamientos sexuales, intentando montar cojines, otros animales o a los seres humanos. Puede también entablar juegos competitivos (de fuerza, posesión, etc..) destinados a averiguar cuál es el perro dominante. Por medio del juego aprende a comunicar sus sentimientos y también a asumir y averiguar su propio estatus social.
A esta edad es bastante habitual que los cachorros empiecen a mostrarse extrañamente miedosos, expresando temor ante objetos o personas con los que ya estaban familiarizados. En estas circunstancias, de la reacción del propietario dependerá que esa aprensión se venza o se perpetúe. Obligarle a enfrentarse a lo que teme por la fuerza puede provocar que siga temiéndolo de por vida.
Erik Farina 2012 |
Estos
meses representan la adolescencia del perro. A esta edad las hembras
tienen su primer celo y los machos alcanzan la madurez sexual. Puede
ser una época de tanteo entre el perro y su propietario, ya que las
relaciones sociales tal vez se replanteen por completo. Algunas
hembras parecen sufrir cambios repentinos de humor antes, durante o
después del celo, y tal vez se muestren reacias a permitir que otros
perros se les acerquen.
Los
machos suelen empezar a levantar la pata para orinar entre los 6 y
los 12 meses de su vida. Lo hacen para delimitar su territorio y para
enviar a los otros perros información cifrada en en señales
olfativas sobre su situación social y sexual. Sus encuentros con
otros perros pueden empezar a estar presididos por sentimientos de
rivalidad, aunque no se suele llegar a la agresión física, y con
frecuencia pretenderán montar a las hembras o a los otros machos
intentando convertirse en el macho dominante.
Los
dientes de adulto aparecen entre los 6 y los 10 meses de edad, y es
posible que el perro sienta un deseo irresistible de mordisquear,
intentando aliviar así la tensión en sus encías. Es conveniente
proporcionarle abundantes juguetes y mordedores para evitar que rompa
cualquier otra cosa.
Aunque suelen alcanzar la madurez sexual entre los 6 y los 14 meses, los perros pueden continuar creciendo y desarrollándose psicológicamente durante durante mucho más tiempo. Los perros miniatura tienden a madurar más deprisa que los grandes, y sobre todo si se trata de razas gigantes como el Terranova y el Mastín del Pirineo, que a veces no pueden considerarse propiamente perros adultos hasta los 3 años de edad.
La madurez psicológica, por su parte, tarda a veces mucho en alcanzarse por completo. Los propietarios de razas tan exuberantes como el Boxer, por ejemplo, se preguntan con frecuencia si su perro no piensa hacerse mayor nunca. En esta época, los perros siguen aprendiendo y estableciendo roles tanto en el entorno familiar como en sus relaciones con otros perros.
Erik Farina 2012 |
Anciano es un termino bastante relativo en los perros, ya que la vejez depende en gran medida de la raza, de su estado de salud, su forma física y de la actitud de su propietario. Para un perro activo, sano y en forma, envejecer puede significar simplemente ir relentizando poco a poco su ritmo de vida.
Muchos perros viejos disfrutan todavía de los paseos, jugando con sus amos y relacionándose con los miembros de la familia. Tal vez duerman más horas y más profundamente que antes, y también es posible que necesiten salir más a menudo, ya que los riñones, junto con el hígado, son los primeros en resentirse a causa de la edad. Además de esto último, la pérdida de peso puede ser el primer síntoma de un problema renal o hepático, por lo que conviene estar alerta.
Entre las molestias asociadas a la vejez destacan la artritis y la pérdida de flexibilidad en las articulaciones y la espina dorsal. El sobre peso agrava individualmente cualquier problema geriátrico, por lo que es fundamental prevenirlo.
Algunos perros desarrollan una dependencia patológica con respecto a sus dueños al llegar a la tercera edad; aúllan o lloriquean cuando los dejan solos y se desazonan enormemente cuando no están en contacto con la familia. Esto puede ser síntoma de una degeneración generalizada o simplemente de sordera progresiva, y debe ser revisado por el veterinario.
Los perros a veces padecen un trastorno que podríamos denominar demencia senil, caracterizado por la progresiva desorientación y pérdida de memoria. Actualmente existen medicamentos capaces de aliviar estos síntomas, y no es mala idea consultar al veterinario, que tal vez pueda recetar a su perro algún medicamento que contribuya a hacer los últimos años de su vida tan dulces como merece.
Por:
Erik Farina (Etólogo Canino)
Contacto: psicolmascot@gmail.com
Copyright
© Por: Erik Farina - Psicolmascot
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