Este año, seco como pocos, se han adelantado los efectos del calor. Uno de ellos, la llegada de los parásitos externos, nos resulta familiar a todos los propietarios de perros, por lo que habitualmente los desparasitamos. No obstante, dada su importancia, vamos a recordar los aspectos fundamentales sobre este tema.
El primero de ellos es que, si bien es en esta época de buen tiempo cuando más proliferan, todos los perros que viven dentro de casa mantienen el riesgo durante todo el año. Además, si un perro “casero” tiene parásitos en algún momento, el hogar se convierte en un reservorio perfecto para el parásito, por lo que no sólo es imprescindible desparasitar a la mascota, sino también el ambiente donde él suele estar y para lo que hay productos en el mercado. Con ello se previenen contagios reincidentes debidos a la supervivencia de los huevos en los rincones más inaccesibles de la casa.
Las dos principales especies parásitas que viven sobre la piel de nuestros perros son las pulgas y las garrapatas. Quizá por su frecuencia, es posible que los propietarios no les demos la importancia que tienen, pero además de suponer un riesgo directo por alimentarse de sangre (lo que puede producir graves anemias, especialmente cuando son garrapatas y muchas), pueden transmitir innumerables enfermedades.
Las pulgas pican al perro sólo en su estado adulto y su presencia suele ser advertida porque el perro se rasca insistentemente.
Por su parte, las garrapatas pueden picar al perro en cualquiera de sus tres edades, larva, pupa o adulta, pero, al contrario que en la pulga, su picadura no produce ninguna irritación, ya que su saliva contiene compuestos anticoagulantes y sedantes. Por ello, lo más normal es que advirtamos su presencia en el perro de forma casual.
Sin embargo, no sólo estas dos especies hacen mella sobre nuestros perros en estas fechas, sino que durante el buen tiempo también llegan los mosquitos, más en concreto la hembra del Phlebotomus, que transmite la Leishmania, el parásito causante de la leishmaniosis, una enfermedad que produce graves trastornos en nuestro perro y que no tiene tratamiento curativo, sino que tan sólo pueden tratarse los síntomas, por lo cual se hace aún más importante prevenir la picadura de este mosquito.
Por supuesto, la ciencia veterinaria ha ido haciendo grandes avances en la lucha contra estos parásitos, incluso sobre las enfermedades que ocasionan, por lo que es mejor que consultemos a nuestro veterinario qué producto es el que mejor se adapta a la edad y al tamaño de nuestro perro, a su tipo de vida y a nuestro presupuesto.
El primero de ellos es que, si bien es en esta época de buen tiempo cuando más proliferan, todos los perros que viven dentro de casa mantienen el riesgo durante todo el año. Además, si un perro “casero” tiene parásitos en algún momento, el hogar se convierte en un reservorio perfecto para el parásito, por lo que no sólo es imprescindible desparasitar a la mascota, sino también el ambiente donde él suele estar y para lo que hay productos en el mercado. Con ello se previenen contagios reincidentes debidos a la supervivencia de los huevos en los rincones más inaccesibles de la casa.
Las dos principales especies parásitas que viven sobre la piel de nuestros perros son las pulgas y las garrapatas. Quizá por su frecuencia, es posible que los propietarios no les demos la importancia que tienen, pero además de suponer un riesgo directo por alimentarse de sangre (lo que puede producir graves anemias, especialmente cuando son garrapatas y muchas), pueden transmitir innumerables enfermedades.
Las pulgas pican al perro sólo en su estado adulto y su presencia suele ser advertida porque el perro se rasca insistentemente.
Por su parte, las garrapatas pueden picar al perro en cualquiera de sus tres edades, larva, pupa o adulta, pero, al contrario que en la pulga, su picadura no produce ninguna irritación, ya que su saliva contiene compuestos anticoagulantes y sedantes. Por ello, lo más normal es que advirtamos su presencia en el perro de forma casual.
Sin embargo, no sólo estas dos especies hacen mella sobre nuestros perros en estas fechas, sino que durante el buen tiempo también llegan los mosquitos, más en concreto la hembra del Phlebotomus, que transmite la Leishmania, el parásito causante de la leishmaniosis, una enfermedad que produce graves trastornos en nuestro perro y que no tiene tratamiento curativo, sino que tan sólo pueden tratarse los síntomas, por lo cual se hace aún más importante prevenir la picadura de este mosquito.
Por supuesto, la ciencia veterinaria ha ido haciendo grandes avances en la lucha contra estos parásitos, incluso sobre las enfermedades que ocasionan, por lo que es mejor que consultemos a nuestro veterinario qué producto es el que mejor se adapta a la edad y al tamaño de nuestro perro, a su tipo de vida y a nuestro presupuesto.