miércoles, 7 de diciembre de 2011

Brasil aprueba una ley que pone en riesgo 700.000 kilómetros de Amazonia


El Senado brasileño dio luz verde a un nuevo código forestal que permitirá crecer a la agricultura a costa de deforestar el pulmón del planeta.

El nuevo Código Forestal aprobado este martes en Brasil deja vulnerables por lo menos 400 mil kilómetros cuadrados de Amazonia, un quinto de ella. Sería como permitir que se dejase sin plantas un 80% del territorio de España, o una Alemania más una Suiza enteras. Pero hay investigadores que apuntan que el área en peligro es de 700.000 kilómetros, casi una España y media deforestada.

De nada sirvieron las alertas de diversas organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales, de ecologistas y de la comunidad científica brasileña, frente al poder de la industria agropecuaria brasileña en el Congreso. Brasil es el tercer productor mundial de productos agrícolas, y su industria factura miles de millones de dólares con cultivos como soja, caña de azúcar y pastos para el ganado.

Mientras los senadores debatían y se preparaban para votar, activistas ecologistas aguardaban con pancartas en la entrada del Congreso, una protesta más a las protagonizadas a lo largo de los últimos meses en las calles y en las redes sociales contra la nueva ley. La única esperanza de los ecologistas es que la presidenta Dilma Rousseff vete la ley cuando llegue a sus manos, pero senadores como Katia Abreu, garantizan queRousseff apoyará la redacción final de la ley.

Ríos agonizantes

En un comunicado distribuido esta semana, la Confederación Nacional de los Obispos de Brasil, manifestó su preocupación con el proyecto. «La ley condena a regiones enteras del país a convivir con ríos agonizantes, manantiales sepultados y especies en extinción», anuncian los obispos.

La aprobación coincide con el momento en que el país y el mundo acaban de recibir una buena noticia, la deforestación amazónica registró su menor índice desde 1988, año en que el Instituto de Pesquisas Especiales (Inpe), comenzó a medir ese dato. La reducción de la deforestación es parte de los compromisos asumidos internacionalmente por Brasil.

El nuevo código, sin embargo, va en contra de esa conquista. La nueva ley, que substituye el código de 1965, disminuye las Áreas de Protección Ambiental Permanente (APPs), como los bosques ribereños, las cimas de las colinas y las áreas de reserva legal, situados en propiedades privadas que no pueden ser deforestados. La ley flexibiliza instrumentos de protección para regularizar las áreas de haciendas que están fuera de la ley, por el código anterior. Y este es el punto que más discusiones ha generado. La nueva norma otorgará una amplia amnistía para todos los hacendados que durante los últimos diez años violaron las leyes y deforestaron zonas protegidas para mantener su actividad agrícola y ganadera.

Ganan los terratenientes

La norma también reduce los espacios protegidos. El cálculo para considerar zona de sensible protección cambiará en los márgenes de los ríos. Actualmente esa franja de protección es de 30 metros a cada orilla y pasará a solo 15 metros. La ley que estaba vigente hasta hoy, usaba esa medida solo para las épocas en que el flujo de los ríos estaba en su plenitud, lo que garantizaba franjas mayores de APPs en las orillas de los ríos.

El nuevo código forestal brasileño, un texto hilvanado durante meses, está lleno de sutilezas de interpretación como ésta, construidas bajo la presión del lobby de los grandes terratenientes. Si se define las APPs a partir el lecho de las sequías y no de las inundaciones, todo lo que queda por encima de esa altura puede utilizarse. Los humedales, bosques inundados, manglares y pantanos, llegan a más de 1,5 millones de km cuadrados en la Amazonía.

En una carta publicada en julio en la revista «Science», un grupo de catedráticos brasileños denunció cómo la comunidad científica fue «solemnemente ignorada» en la elaboración de la ley. Los investigadores brasileños, advirtieron que la modificación del código puede llevar a un aumento de emisiones de gas carbónico y a la extinción de por lo menos 100.000 especies. Para los científicos, sería completamente posible que Brasil mantuviera su producción preservando su patrimonio biológico.