Los llodianos han gastado 300.000 bolsas para excrementos de perro en solo un año, lo que ha supuesto un gasto cercano a los 6.000 euros. Quizás por ese uso excesivo, las nuevas bolsas colocadas en los dispensadores las últimas semanas son más finas.
Y es que lejos de servir para la función para la que se instalan en los dispensadores repartidos por la localidad, es habitual observar a los niños jugar con ellas y usarlas como globos de agua. Sin embargo, lo más sorprendente ha sido comprobar, como explicó el concejal del área de Obras, Koldo Zabala, que «se usan también para envolver bocadillos». Desde luego, lo que está claro es que los vecinos se las llevan y no las usan precisamente para recoger las heces de los animales en las zonas públicas.
El dato fue dado a conocer en las asambleas que se han celebrado en los distintos barrios de Llodio. Y es que la suciedad en los parques públicos es una de las quejas habituales entre los ciudadanos. Se trata de lugares como el parque de Areta, las zonas verdes de Latiorro y de Gardea, incluso en el centro, en el Museo Vasco de Gastronomía, donde es habitual que paseen los canes sueltos al tratarse de un recinto cerrado; en el parque de Lamuza o en la misma Herriko Plaza. La situación es especialmente preocupante en los parques infantiles donde los niños comparten el espacio con los animales. Los dueños de los perros, por su parte, también reclaman zonas donde poder pasear con sus mascotas con tranquilidad e incluso poder tenerlos sueltos para que hagan ejercicio.
Multas
Mientras los vecinos insisten una y otra vez en lo sucios que están los parques, los responsables municipales recuerdan que recoger los excrementos caninos es una cuestión de educación y civismo. Pese a la confianza que demuestran los alcaldes y concejales en los ciudadanos, sus expectativas no se ven cumplidas y ya han sido varias las voces que se han alzado exigiendo que se sancione con multas ejemplares estos comportamientos incívicos.