La cuarta campaña de búsqueda de grandes cetáceos ha arrojado nuevas cifras sobre el paso migratorio de las siete especies marinas que conviven en el Estrecho de Gibraltar. Cincuenta y cuatro voluntarios, llegados de diferentes puntos del planeta, han compartido conocimientos sobre el comportamiento de especies como el rorcual común, la segunda ballena más grande del mundo, y el cachalote. “Es una experiencia única trabajar en una zona y con gente tan diferente. No sólo compartes conocimientos sobre biología marina, sino también muchas vivencias”, explica Joan, un joven de 24 años que ha participado por segunda vez en la campaña de avistamientos de la organización Circe (Conservación Información e Investigación en Cetáceos)
Como una rutina habitual, los voluntarios se colocan en grupos de cinco miembros para localizar a través de los soplos la ubicación de rorcuales y cachalotes. Los prismáticos permiten en un primer momento divisar al animal a una larga distancia, ya que este tipo de campañas consiste en buscar desde tierra a los rorcuales que en esta época del año cruzan el Estrecho en dirección al Mediterráneo y hacerles un seguimiento de su velocidad y rumbo, algo posible gracias a un teodolito que se usa para este seguimiento. “Gracias a esta herramienta podemos saber la ubicación exacta del cetáceo y calculamos su dirección” añade Joan. El teolodito va finalmente conectado a un ordenador donde se registran datos como el paso de embarcaciones por el Estrecho para determinar los riesgos de colisión.
Tras dos meses de trabajo de campo, la campaña de avistamientos ha cifrado 17 cachalotes y 11 rorcuales. Pauline Gauffier, investigadora de Circe, ha destacado que “esta campaña se realiza para divisar a los grandes mamíferos del mar que se pueden ver a varios kilómetros. Para realizar un censo de delfines tenemos que hacer uso del barco”. Además añade que, “tras la finalización de la campaña se han confirmado diferentes comportamientos de estos animales”. Entre ellos Pauline describe como uno de los más asombrosos, la confirmación de que el cachalote también aparece en el Estrecho en los meses de invierno para alimentarse. “Solamente entre los meses de abril y agosto era recomendable en el Estrecho reducir la velocidad de las embarcaciones a 13 nudos para evitar los accidentes, pero tras esta última campaña hemos constatado que el cachalote también tiene una fuerte presencia en épocas invernales”, destaca Pauline.
Actualmente el Estrecho acoge un total de siete especies de cetáceos, de las cuales cuatro son residentes. “El delfín mular, el común, el listado y el calderón negro conviven en el Estrecho durante todo el año, siendo estable la población con el mismo número de individuos”, afirma Gauffier. Por otro lado la orca llega en primavera hasta Barbate y realiza un contacto directo con los pescadores de la zona. El rorcual, con 22 de metros de longitud, es la única especie de cetáceo que realiza su pasaje migratorio en el Estrecho de Gibraltar, mientras que el cachalote, llega a Cádiz tras la búsqueda de alimentos, como calamares y peces. Para esta actividad puede llegar a sumergirse hasta 800 metros de profundidad, aunque entre buceo y buceo puede llegar a reposar entre 10 y 15 minutos. Este comportamiento termina cuando vuelve a sumergirse y enseña de nuevo la cola, lo que permite identificarlo a la hora de realizar un recuento de su población. Tras la finalización de resultados, los voluntarios esperan con paciencia la nueva campaña de avistamiento prevista para el mes de julio en el cerro del Tambor (Cádiz). Una nueva experiencia que permitirá obtener nuevos resultados de los grandes mamíferos del océano.