
«Queríamos trabajar dos aspectos fundamentales. El primero, el individual: trabajar la seguridad del paciente, la confianza en sí mismo, el control de los impulsos, y el cumplimiento de órdenes.El segundo, el grupal, las relaciones y la comunicación entre el animal y el enfermo y entre los pacientes», detalla Navarro.
El grupo, formado por ocho pacientes de edades comprendidas entre los 12 y 18 años, y por un caniche grande, un fox terrier, y un mastín, se divide en dos grupos. Así, diez sesiones, con una duración cada una de entre 45 y 60 minutos, reparten su tiempo en una parte teórica y otra práctica. En la primera los pacientes realizan ejercicios tales como amaestrar al perro o caminar a su lado. En la práctica, deben mantener los recorridos trazados y una yincana. Hasta ahora los resultados son muy satisfactorios. Es la segunda vez que se realiza y están pensando en que se vuelva a repetir, teniendo en cuenta que se refuerzan valores como el trabajo en equipo, el respeto de turno, la co

Las reacciones de los enfermos son muy positivas. La coordinadora del proyecto reconoce que «hay de todo. Por ejemplo, hubo un chico en la primera sesión que tenía miedo a los perros. Tras varias horas con ellos lo superó, y su relación con el animal ahora es fantástica. Esto formó parte de esa superación personal» aseguró la doctora.
Los monitores destacaron el caso de otra chica que cuando bajo a la primera sesión estaba muy seria. Ahora no para de sonreir porque podía dominar al perro. Otro de los casos, el más llamativo, es el de una paciente que se está preparando para ser una futura voluntaria en estas terapias. Pero sin duda, lo que comparten todos los enfermos al final de la terapia, es el deseo de tener un perro propio. Algo que muchos consiguen.
Visita a la perrera, una nueva terapia
El equipo médico de la clínica Benito Menni de Barcelona está pensando en proponer para las próximas terapias visitas a las p
