La nariz supersensible del perro antinarcóticos Franky ha dado lugar a la pregunta que se le está haciendo a la Corte Suprema de Estados Unidos: ¿el hecho de que un perro policial olfatee afuera de una casa da a los agentes el derecho a obtener una orden de allanamiento en busca de drogas, o es un acto que viola la Constitución?
El máximo tribunal de la Florida ha dicho que la capacidad de Franky para detectar cultivos de marihuana al olfatear la puerta de una casa en el área de Miami excedió lo autorizado por la Constitución. El secretario de Justicia estatal desea que la Corte Suprema revierta ese fallo.
Los jueces podrían decidir este mes si oirán el caso, la disputa más reciente en torno a si el uso de perros para hallar drogas, explosivos y otras sustancias ilegales o peligrosas viola la protección que proporciona la Cuarta Enmienda constitucional contra los allanamientos y las incautaciones ilegales.
Muchos observadores esperan que los magistrados oigan el caso.
"La Corte Suprema de la Florida adoptó una interpretación muy amplia de la Cuarta Enmienda que es distinta a la aplicada por otros tribunales. Es una interpretación que una mayoría en la Corte Suprema federal pondrá en tela de juicio", dijo Tom Goldstein, que publica el popular sitio en internet SCOTUSblog e imparte cátedra en las facultades de derecho de las universidades de Harvard y de Stanford.
Las agencias policiales de todo el país, que dependen de los perros para un amplio rango de labores contra el delito, están siguiendo muy de cerca el caso, llamado Florida vs. Jardines.
"El perro pueden ser el mejor amigo del agente de policía porque detecta de todo, desde marihuana hasta laboratorios de metanfetaminas y explosivos", dijo Kendall Coffey, ex fiscal federal en Miami que ahora trabaja en la iniciativa privada.
Franky, de 8 años, se retiró en junio después de una carrera de siete años con el Departamento de Policía del condado de Miami-Dade. Gracias a su ayuda se incautaron más de 2,5 toneladas de marihuana y 4,9 millones de dólares en dinero proveniente del narco.
Y como es un labrador chocolate de carácter afable, sus servicios fueron utilizados ampliamente en aeropuertos, estadios y otros sitios donde se concentran gran número de personas.
En la mañana del 5 de diciembre de 2006, detectives de la Policía de Miami-Dade y agentes antinarcóticos comenzaron a vigilar una casa al sur de la ciudad tras recibir una denuncia anónima de que podía contener un operativo de cultivos de marihuana. Bartelt llegó con Franky. El perro rápidamente detectó el olor de la hierba en la base de la puerta principal y se sentó como estaba entrenado a hacerlo.
Esa indicación fue utilizada para obtener una orden judicial de allanamiento. La vivienda fue registrada y su único ocupante, Joelis Jardines, fue arrestado cuando intentaba huir por la puerta trasera. Las autoridades retiraron de la casa 179 plantas de marihuana vivas, con un valor estimado en la calle de más de 700.000 dólares.
Jardines, ahora de 39 años, fue acusado de tráfico de marihuana y robo mayor por robarse la electricidad para la sofisticada operación.
Se declaró inocente y su abogado cuestionó la forma en que la Policía llevó a cabo la acción, bajo el argumento de que el hecho de que Franky hubiera olfateado la puerta delantera era una intrusión de la policía a la privacidad de la vivienda y que por lo tanto viola la Constitución.
El magistrado del juicio estuvo de acuerdo y desechó la evidencia incautada en la búsqueda, pero una corte intermedia de apelaciones rechazó esa decisión. En abril, la Corte Suprema de la Florida respaldó al primer juez en un fallo dividido.
El caso penal contra Jardines está en suspenso hasta que se solucione la interrogante en torno a la nariz de Franky. Mientras tanto, Jardines está libre bajo fianza tras ser arrestado en 2010 por presunto robo de armas y agresión con agravantes, caso del que también se declaró inocente.
El juicio está previsto para comenzar el 21 de febrero.