Debido al avance del hombre en la zona montañosa, el cóndor (que es un ave carroñera y los machos llegan a pesar 20 kilos) tuvo que cambiar su lugar de alimentación, normalmente donde habita, a unos tres mil metros de altura.
“Sólo baja a comer cuando no hay animales u hombres cerca. El problema es que las personas han invadido la montaña, llevando con ellas perros que los asustan o que se comen parte de su alimento”, explicó Rafael Ríos Técnico en Conservación de la Naturaleza, lo que antes se conocía como “guardaparques”, y una de sus actividades es observar al cóndor andino, vultur griphus en lengua latina, animal muy identificado en la Región Andina.
Además, indicó que en un principio se pensaba que el hombre, al llevar el ganado a zonas cada vez más altas de la montaña, iba a contribuir a que hubiera más cadáveres y por lo tanto mayor comida para los cóndores; sin embargo, sucedió lo contrario ya que con el ganado vinieron más perros y más zorros, perjudicando al ave.
Por eso es que se ha visto a este animal sobrevolando zonas que antes no eran parte de su recorrido. El especialista describió la rutina de alimentación del cóndor: “No caza ni mata en vuelo.
Lo que hace es esperar a que otro lo haga o a que algún animal muera solo. Cuando detecta algo de su interés, no baja ahí nomás sino que puede estar dando vueltas hasta dos días para asegurarse que no existe ningún peligro”. En una familia tipo el orden de alimentación es: primero el macho, luego la hembra y por último la única cría de la pareja.
Como el lector puede suponer, este animal se alimenta de carne podrida. Entre moscas y otros insectos, sin hablar de bacterias de todo tipo, muchos pueden preguntarse por qué no se infecta o se enferma. La respuesta la otorga Ríos: “Tienen enzimas en el estómago que son muy fuertes. Sus pies también están a salvo, ya que defecan sobre ellos y eso les da defensas. Por eso son inmunes”.
Los horarios para alimentarse son mas bien tardíos en comparación con otras aves. Mientras que las cazadoras lo hacen por la madrugada, el cóndor vuela por su botín a media mañana. Con dureza, Ríos agregó que las únicas infecciones que pueden llegar a tener son por agua contaminada o por balazos que les dejan plomo en la sangre.
La “casa” de estos animales se ubica en pequeñas cuevas o salientes y llega a medir un metro y medio de altura. Está compuesta por ramas, plumas y otros objetos que recolectan en cada una de sus expediciones. “Son todas blancas por el excremento. Generalmente están unas cerca de otras. Es como si fuera una gran familia”, explicó el experto.
Para observarlas no hace falta gran equipamiento, pero hay que tener en cuenta que hay que ser lo más silencioso posible, vestirse con ropa de colores discretos, comer por pausas -para que el Cóndor no capte el olor-, llevar unos buenos binoculares y tener mucha paciencia. Si es así, el espectáculo está garantizado.