Todos los propietarios de perros sabemos lo efusivos que pueden ser a la hora de demostrarnos su afecto y la alegría que les produce volver a vernos, aunque sólo hayan pasado unos minutos tras nuestra marcha. Así, son muy comunes los saltos, los ladridos y los movimientos de cola que ponen en peligro nuestros objetos más valiosos.
No obstante, no son pocos los dueños que aseguran que sus perros, además, sonríen; incluso que se carcajean pero sin sonido. Realmente, muchos de nosotros lo hemos visto, si bien no existen estudios rigurosos que avalen que se trata de una sonrisa como la nuestra, con el mismo valor emocional.
Tampoco hay estudios que determinen que los perros que sonríen sean los que más relación tienen con los seres humanos, ni si los perros que sonríen a sus dueños o a las personas que conocen dirigen o no este gesto a sus congéneres.
Por el contrario, la opinión más aceptada en cuanto a la sonrisa canina es que no supone la expresión de felicidad ni de ningún otro estado de ánimo, sino un gesto corporal más que manifiesta sumisión y que los perros mantienen de sus ancestros.
Esta opinión tiene tanta credibilidad porque no son pocos los lobos que “sonríen” a los ejemplares de mayor rango dentro del grupo para hacerles saber que aceptan su dominancia, lo que acompañan con otros gestos más conocidos por todos.
Como es fácil suponer, cuando un perro sonríe, además de arquear las comisuras de los labios, puede enseñar ligeramente los dientes, pero en ningún caso se trata de un gesto amenazante, entre otras cosas porque no va unido a otros gestos corporales que indican intención de agredir.
En cualquier caso, la sonrisa a la que nos referimos no debe confundirse con el gesto natural que tienen muchos perros y que está determinado por la conformación de las comisuras de sus labios. A este respecto, destaca la raza Samoyedo, que no en vano recibe el sobrenombre de “sonrisa polar”.
Otras razas que tienen un gesto sonriente también pertenecen al grupo de los nórdicos o spitz, por ejemplo el Siberian Husky, el Alaskan Malamute y el Pomerania, pero también están el Pastor Alemán y el Rough Collie, incluso el Pekinés o el Bulldog Francés, entre otras muchas.
Finalmente, por mucho que a nosotros nos guste creer que nuestro perro nos sonríe de felicidad al vernos, no debemos caer en el error de humanizar su comportamiento. Royal News
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