Erik Farina |
Póngase en el Lugar del Perro
Todo el adiestramiento se basa en que el adiestrador descienda hasta el nivel del perro. Por su importancia, esto ha de tenerse en cuente desde el mismo principio del adiestramiento y aprendizaje. Una diferencia entre personas y perros es que aquéllas analizan y absorben pensamientos complejos, mientras que el perro está mayormente desarrollado en cuanto a vigor, olfato, vista y oído; pero sólo puede aprender cosas sencillas.
El problema surge cuando los adiestradores no saben utilizar la capacidad superior del cerebro humano para adaptarlo al punto de vista del perro. Aceptan, con gran dificultad, que el adiestramiento de un perro es bastante sencillo, siempre y cuando el adiestrador sepa anticipar la forma como reaccionará el perro, en lugar de esperar que el perro reaccione como una persona.
Sobre todo, el dueño ha de tener en cuenta que el perro es un animal gregario, y los perros domesticados heredan el tipo de comportamiento que guía a los animales que viven en grupos. Los instintos elementales del perro son comer, dormir y reproducirse de acuerdo con unos intervalos regulares determinados por el sol, el clima y la cantidad de alimento de que dispone.
Cuando aún es muy joven, el cachorro juega y se pelea con el cesto donde duerme, como más tarde lo hará de adulto. Cuando el cachorro llega a la manada está acompañado por su madre, pero pronto aprende que tanto su padre como sus tíos y sus tías son unos brutos intolerantes.
Cuando algo les molesta, los perros machos y hembras adultos muestran su descontento enseñando los dientes, y el cachorro aprende a someterse, tumbándose de espalda hasta que el animal dominante se aleja.
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A medida que crece en la manada el cachorro aprende a reconocer quiénes son sus superiores, sus iguales y sus inferiores. Cuando el macho tiene un año suele desafiar al jefe de la manada, pero sale vencido.
Esta dominación se practica con frecuencia, porque si el joven perro gana se hace jefe y se le permite que desarrolle toda su tendencia agresiva natural para defender y proteger a la manada, en su calidad de jefe. Las hembras se desarrollan de una manera similar y con las mismas tendencias, aunque menos marcadas.
Todo estos aspectos biológicos están relacionados con los problemas del adiestramiento del perro. No olvide que su perro es, en el fondo, un animal de grupo; aprende pronto por medio de la repetición y el ejemplo, y en un momento determinado se empeña en desafiarle, pero se contenta una vez que su puesto dentro del grupo esté firmemente establecido.
En su caso, su familia representa el grupo, y usted, y probablemente otro miembro de la familia, desempeñan el papel de jefe (porque puede haber más de uno). Pensando como un Perro, se ha de lograr que éste aprenda y reconozca que su lugar está por debajo de usted y posiblemente de otros miembros de la familia, siempre y cuando éstos sepan ganar esta posición a los ojos del perro.
Se puede decir, pues, que todos los aspectos relacionados con el adiestramiento a edad temprana están relacionados con el establecimiento de las reglas que rigen la vida en manada. Si esto se acepta, el período de adiestramiento del perro concluye con menos problemas que los que usted había supuesto.
Teniendo en cuenta estas ideas generales sobre la vida común en grupos, es posible llevar a perros dispares por la misma fase de adiestramiento, usando tonos y órdenes diferentes, y lograr que todos ellos respondan de la misma manera. Las reglas son elementales y bastante simples, el adiestrador ha de recordar que algunas veces el perro, o el propio instructor, las rompe, o por lo menos se permite algunas libertades con ellas.
El buen adiestrador, es decir, el que está en buenas relaciones con el perro, conserva la capacidad de aprender de la docilidad canina. No se puede utilizar el dogmatismo para la enseñanza de los perros. Es asombroso ver cómo un perro usa su olfato, sus ojos y el cerebro para dirigir esa energía que se canaliza por medio del adiestramiento.
Por: Erik Farina (Etólogo Canino)
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