Los animales que sufren esta enfermedad «se quedan esqueléticos, pierden mucha masa muscular y se reduce mucho la producción láctea, por eso es importante eliminarla», explica Alberto Prieto, que señala que la transmisión de la enfermedad se produce en los primeros meses de vida, bien a través de la leche materna o por el contacto con materia fecal. Sin embargo, los síntomas no se dejan sentir claramente hasta que han cumplido unos dos años.
La vacunación es efectiva contra la enfermedad, pero la respuesta inmune puede interpretarse como un positivo en las campañas de la tuberculosis, por lo que en España no puede utilizarse. Por otra parte, el tratamiento es muy caro y «no se suele emplear salvo en el caso de un reproductor de un alto valor genético», indica este investigador.
La investigación del grupo lucense ha encaminado sus esfuerzos a la detección de los animales contagiados y la puesta en marcha de un protocolo para «cortar el círculo de transmisión» de la enfermedad.
En el capítulo de la detección, proponen realizar el análisis de las heces por grupos de edad para abaratar costes. Hasta hace poco se utilizaba el análisis de sangre para buscar anticuerpos que delatasen la infección. Se trata de un método sencillo y barato, pero la sensibilidad es baja y la eficacia disminuye especialmente en los casos de animales que, aunque ya están infectados, todavía no presentan síntomas. El análisis de heces, por contra, es más preciso, pero también más caro y los resultados tardan más tiempo en obtenerse. Sin embargo, el ensayo que se realiza en Veterinaria demuestra que el cultivo de heces de varios animales resulta menos costoso y es efectivo para clasificar las explotaciones.
Además de realizar los análisis, es importante cambiar las pautas de manejo del rebaño en la explotación ganadera para controlar y eliminar la enfermedad. Los investigadores recomiendan introducir solo animales que provengan de rebaños de bajo riesgo o con un estatus sanitario conocido, habilitar una sala de partos y mantenerla limpia y, del mismo modo, limpiar las vacas antes del parto; separar luego las crías de las madres, especialmente si se desconoce su estatus sanitario; criarlas en boxes individuales en los primeros meses y no mezclarlas con adultos hasta el año o año y medio; y no alimentar la recría con calostro de animales de estatus sanitario desconocido.
RESULTADOS
Baja la prevalencia
El estudio que realiza el grupo de investigación de la facultad de Veterinaria demuestra que en las explotaciones que han llevado a cabo las pautas establecidas por los investigadores ha bajado el número de animales infectados.
Difícil de erradicar
No obstante, Alberto Prieto señala que es difícil erradicar por completo la enfermedad, que puede volver a aparecer en una explotación saneada a través de la introducción de nuevos animales en el rebaño, de modo que van apareciendo casos «por goteo». Mar M. Louzao / El Progreso (Lugo)