Aproximadamente una cuarta parte de los perros con
linfoma tienen proteinuria, una proporción mucho mayor que la observada en
perros sanos, indican los resultados de la investigación.
En la mayoría de los casos, la proteinuria no es grave,
señalan los investigadores en la revista Journal of Small Animal Practice, y el
impacto clínico es por lo tanto probable que sea baja.
En los seres humanos con linfoma, las estructurales enfermedades
glomerulares y el deteriodo permselectividad glomerular "puede ser una secuela de linfoma",
explican Cristiana Maurella (Osservatorio Epidemiologico BAER Instituto
Zooprofilattico Piemonte, Turín, Italia) y colaboradores.
"La identificación de las potenciales complicaciones
renales podrían ser importantes para gestionar mejor el tratamiento global de
estos pacientes [animales]", añaden.
El equipo realizó una hematología completa, bioquímica,
electrolitos, análisis de orina, proteínas en la orina: creatinina en orina
(UPC), y la imagen para la estadificación de la enfermedad en 32 perros con un
diagnóstico de linfoma, y 31 perros sanos (controles).
La proteinuria se definió como normal con una UPC de 0,5
o menos, o patológica, con un UPC por encima de 0,5.
Los perros tenían una media de edad de 7 años, sin
diferencias significativas en la edad entre el linfoma y el grupo control, y
sus respectivos códigos promedios de UPC, varió desde 0,063 hasta 3,900 y 0,000 a 0,100.
Un total de ocho perros (25%) tenían valores UPC superior
o igual a 0,5, y sólo un animal presentó una mayor UPC de 2,0, lo que puede
indicar una enfermedad glomerular estructural, tenga en cuenta los
investigadores.
El promedio de UPC para el linfoma y los grupos de control fueron
0,16 y 0,10, respectivamente, lo que indica una magnitud estadística y
significativamente mayor de proteinuria en aquellos animales que también tenían
linfoma.
La magnitud de la UPC no se vio afectada por la etapa y
subetapa de linfoma en los perros en ese grupo, escribió Maurella.
Las diferentes causas de proteinuria renal son posibles
en esta cohorte que añaden, ya la luz del bajo nivel general de la condición,
es probable que la "alteración permselectividad glomerular es la causa de
la proteinuria en la mayoría de estos pacientes".
Una limitación indicada por el equipo de investigación es
la falta de repetición de la prueba para el cálculo de la UPC durante varias
semanas, como es sugerido por el consenso del grupo del American College of
Veterinary Internal Medicine. Sin embargo, los perros en el presente estudio
con linfoma sometidos a la poliquimioterapia inmediatamente después del
diagnóstico, incluyendo los agentes que se sabe que causan una proteinuria
significativa.
Por: Sarah Guy, medwireNews Reporter – Trd: Erik Farina,
Psicolmascot