Erik Farina 2011 |
Comportamiento Social del Perro Capítulo 8
Las Relaciones del Perro con otros animales
Los Perros atacan a los gatos, persiguen a los zorros, son amigos de los caballos, se comen a los pájaros, y algunas razas quieren a las ovejas y otros las matan.
Son algunas de las cosas comunes que se dicen y se repiten por diferentes lugares, cuando se habla de la relación entre los perros y otros animales, pero una vez más hay que recordar que sus comportamientos ante otros animales son diferentes de raza a raza, e incluso de perro a perro de la misma raza, y dependen del patrimonio genético heredado de los padres, pero también y sobre todo del aprendizaje y del “Imprinting” en la fase de socialización, de los factores ambientales, nutricionales y hábitos de vida que denominamos la Epigenética.
Los primeros pasos de los perros durante sus encuentros con otros animales, sean éstos de la misma especie o distinta, siguen unos esquemas de comportamiento relativamente estables que ya hemos tenido ocasión de describir en anteriores capítulos.
En estas ocasiones, cualquier movimiento del rabo, de las orejas o de otras partes del cuerpo y cualquier sonido que emita el otro animal se interpreta según el lenguaje canino. Aquí es donde surge el problema con muchos animales, pues el “hablarse” con lenguajes diferentes lleva a una mala interpretación de muchas señales.
Por ejemplo; cuando un perro se encuentra por primera vez con un gato, la mayoría de las veces intenta, husmeándolo y tocándolo, una aproximación de carácter exploratorio y curioso. El gato, por toda respuesta, si ya ha tenido experiencias negativas con otros perros o si todavía no conoce la agresividad del animal que tiene delante, asumirá una actitud de defensa y de miedo, arqueando la espalda, erizando el pelo y bufando como respuesta peculiar de su especie.
El perro no interpreta estas señales como de miedo y defensa, porque en el lenguaje canino significa dominio y agresividad.
La reacción del perro en este punto puede ser de dos tipos distintos; la primera reconoce la superioridad del gato y en consecuencia se retira, cosa en realidad muy rara y que ocurre sólo con perros pequeños. La segunda, pretenderá la sumisión del gato poniéndose panza arriba, lo que el gato se guardará bien de hacer.
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Tras su primer encuentro, el perro habrá aprendido a correr tras los gatos y será muy difícil reprimir su carrera. Sin embargo, el imprinting tiene su importancia, ya que gatos y perros que hayan vivido juntos desde pequeños son capaces de comprenderse mutuamente y de comportarse según esquemas comunes.
Lo dicho puede extenderse a la relación del perro con todos los animales con que se encuentra. Unos cachorros de perros que durante el periodo de socialización viven junto con las ovejas o con las vacas, desarrollan la capacidad de comunicarse y de fraternizar con estos animales también de adultos sin ninguna dificultad.
De este modo es como precisamente los pastores , además de disponer de razas genéticamente aptas para este fin, han tenido y continúan teniendo la costumbre de hacer convivir a sus perros con sus rebaños y sus manadas.
Las antipatías especiales de algunos perros frente a animales, están siempre determinadas por hechos vividos con anterioridad o por su falta de relaciones durante su etapa infantil.
Potencialmente todos los perros, hasta los que tienen un carácter muy fuerte con agresividad, los perros de caza y de persecución, son capaces de desarrollar relaciones amistosas con los demás animales, y el único cuidado que debe tener el propietario del perro, es hacer la primera infancia.
Así será posible ver jugar perros y gatos juntos, en contra de todos los dichos y convicciones que tanto se han difundido.
Por: Erik Farina (Etólogo Canino)
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