jueves, 11 de febrero de 2021

Etología Canina Comportamiento Social del Perro Capítulo 5

ERIK FARINA año 2012

 

Comportamiento Social del Perro Capítulo 5


Relaciones entre el perro Adulto y el Cachorro


Si se quiere aclarar la relación que existe entre un perro adulto y un cachorro, es muy difícil hacer la referencia a las relaciones que se dan entre los individuos jóvenes y los mayores de una manada de lobos.


En efecto, mientras los cánidos en estado salvaje constituyen una población de cánidos totalmente autosuficiente, los perros domésticos son demasiado dependientes del human para considerarlos adultos incluso después de haber engendrado varias camadas.


En realidad nosotros tratamos a los perros como si fueran niños; hemos reforzado y seleccionado a través de los siglos sus caracteres morfológicos y de comportamiento infantiles, y les hemos enseñado a depender de nosotros para la comida y la protección.


Comparado con el lobo, el perro doméstico puede considerarse un cachorro, y los pequeños de un perro son a todos los efectos los cachorros de un cachorro. Con frecuencia las hembras que han parido una camada, acogen las intervenciones de ayuda de sus dueños con manifestaciones de celo más que de gratitud.


Un perro al que su dueño ha tratado siempre con cariño, no puede aceptar que éste empiece de pronto a cuidar de otros perros, aunque sean sus hijos.


En el caso de los machos, además, la situación es más compleja. La ayuda y la colaboración por parte del padre en la crianza de los cachorros, tan importante en las manadas de lobos, está totalmente ausente en los perros domésticos. Los machos viven con distancia su paternidad, e incluso la mayoría de las veces es precisamente la hembra la que acepta que macho se puede acercar a su progenie.


ERIK FARINA año 2012


La relación que muestran es de indiferencia o hasta evitan acercarse, y lo mismo hacen con los cachorros de otros perros.


Los adultos son conscientes de la debilidad de los cachorros y de ahí que no pretendan establecer relaciones jerárquicas con ellos, más aún, cuando se encuentran perros que no tratan de evitar a los cachorros, y que quizá juegan afectuosamente juntos, es posible hasta observar alguna transgresión de la estructura jerárquica por parte de los cachorros.


En los lobos este comportamiento es mucho más común y es del lobo natural que los cachorros se aferren con los dientes, para jugar, al rabo o a las orejas del jefe de la manada en un modo que ningún otro lobo adulto podría permitirse.


Sin embargo, tanto en los perros como en los lobos, la jerarquía continúa teniendo su importancia y en el momento en que el adulto decide que el juego se acabó, basta un pequeño gruñido para hacer volver al cachorro a su puesto.


La misma madre de los cachorros continúa teniendo la autoridad entre sus hijos cuando éstos han crecido. Y es verdaderamente raro que un hijo someta a la madre aunque sea de mayor tamaño.


Por desgracia no siempre el freno de la agresividad y del dominio que muestran los perros hacia los cachorros es suficiente para regular las relaciones entre el perro adulto y el cachorro; unos perros que están acostumbrados a tener contacto sólo con el humano o a los que se les ha enseñado a ser agresivos con los demás perros, pueden mostrar una agresividad exagerada incluso con los recién nacidos, pero afortunadamente se trata de muy pocas excepciones.


CAPÍTULO 6


Por: Erik Farina (Etólogo Canino)


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